Era de noche cuando se hizo un intenso y dramático silencio. El fuego encendió la pasión y sus llamas avivaron los sentimientos más profundos. Amor, traición, tristeza, entrega, tortura y dolor. La vida y la muerte repetían escenario un año más. Las escaleras del Santuari de Consolació de Sant Joan se ponían al servicio de un centenar de actores para escenificar la pasión y muerte de Cristo.
El tradicional Davallament congregaba el viernes Santo por la noche, en el lugar más elevado del pueblo , a un numeroso público que no sólo acudía a presenciar la escenificación sino que se sentía parte de ella. De hecho la asociación «d'Amics del Davallament», que organiza desde hace 15 años este acto, lo tiene muy claro. «Es del pueblo y para el pueblo».
Según explica la organización , el Davallament de Sant Joan es uno de los más completos de la isla en cuanto a escenas, escenario natural y fue el primero que se hizo viviente. La novedad de esta edición ha sido dar un mayor protagonismo a Judas y al pasaje del Sanedrí; una cruz de 5 metros de altura donde se crucifica a Cristo así como una nueva iluminación.
La traición de Judas iniciaba el acto. Treinta monedas eran suficientes para vender a un amigo. El narrador cuenta la historia que se va escenificando. Los textos alternan los bíblicos con comentarios reflexión sobre la problemática social de nuestros días.
Jesús es representado desde hace 4 años por Tomeu Matas. Tras su entrada triunfal en Jerusalén acompañado por el pueblo, la acción se trasladaba a la última cena. Un grupo de 12 actores interpretaban este pasaje.
Aprovechando el pinar del Santuari, Jesucristo se dirige al campo de los olivos para rezar. Aquí hace la aparición un ángel, a cinco metros de altura y la escena se ilumina con fuego. Luego toman a Jesús.