La melodía inconfundible de los xeremiers y flabiolers anunciaba un acontecimiento que en Son Servera ya se ha convertido en tradición. Pocos días antes de la noche mágica de Sant Joan, los serverins se reencuentran con sus raíces medievales. Un regreso al pasado que el pueblo aprovecha para engalanar las calles con los colores vivos de la fiesta. Ayer, la céntrica plaza de Sant Joan se convirtió en un mercado medieval, donde la artesanía y la manufactura fueron el auténtico reclamo para cientos de visitantes.
La llata, el esparto, la orfebrería y el cuero devolvieron son Servera a los antiguos oficios medievales. También la música de origen medieval y el buen aroma a comida casera que desorendían algunos bares convertidos en tabernas, acompañaron al numeroso público durante todo el día.
El viernes por la noche fue el inicio de las fiestas de Sant Joan que se celebró con una cena solidaria en plena calle y un poco antes, con el pregón de fiestas a cargo de la popular pintora serverina Amparo Sard. La plaza de Sant Joan quedó pequeña ante tal afluencia de personas que ofrecieron un euro para cooperar con el pueblo argentino de Goyena. Éste fue el punto de destino de muchos emigrantes del municipio de son Servera.