C.SERRA
Pollença, al contrario de otras zonas costeras de las Islas donde
la ocupación hotelera se ha resentido, está viviendo una buena
temporada turística. Pollença, Port de Pollença, Formentor y la
Cala Sant Viçens acogen un turismo familiar de clase media que
busca sol y playa. Esta temporada ha sido «más difícil» que otras
ya que las reservas se han ido haciendo «poco a poco, porque, como
hay más opciones, los clientes esperan hasta el final hasta
encontrar la mejor oferta», afirman desde la Asociación Hotelera de
Pollença.
Aunque en mayo la apertura de los hoteles fue la usual, el futuro de la temporada era incierto. Sin embargo, en julio ya se ocupó casi un 90 por ciento de las plazas y, finalmente, la temporada se ha salvado, como siempre, gracias al agosto, según explica el delegado del Puerto de Pollença, Miquel Sabater. «Ahora se está empezando a mostrar otra clase de turista que ya no se queda semanas en la Isla, sino días, y también crecientes adeptos del todo incluido»
La Cala de Sant Viçens ha sido la zona más afectada por el descenso y la cara contraria es Formentor, donde casi siempre hay plena ocupación. Ante preocupación de los empresarios y trabajadores por registros inferiores a los del 2003, Pollença es una de las zonas que se salva de los efectos que hayan podido provocar estas bajadas como la crisis en Alemania, la subida de los precios por culpa del euro o la competencia con otras zonas más exóticas y baratas como Turquía.