A finales del mes de noviembre de 2002, el entonces ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, colocó la primera piedra de las obras de construcción del centro de visitantes de Cabrera y en su parlamento informó que el periodo de ejecución del proyecto era de 18 meses. Las obras habían comenzado a principios de junio del mismo año, por lo que tendrían que haber concluido hace ya ocho meses. Sin embargo, diversos problemas técnicos como la extracción del agua marina del subsuelo, han retrasado la ejecución y creado malestar entre los vecinos y veraneantes de la Colònia de Sant Jordi.
La causa de las quejas son las molestias de ruidos, polvo y suciedad, sobre todo, en verano. La constructora Tragsa está exenta de la normativa que obliga a parar las obras durante los meses de verano, ya que el Ajuntament de ses Salines excluyó las obras públicas de las restricciones horarias de la época estival establecidas para las obras particulares. Los vecinos de la zona recuerdan que al comenzar las obras y para evitar quejas posteriores les pidieron paciencia, asegurándoles que las obras concluirían en un máximo de dos años. «Nos dijeron que en dos años la obra estaría acabada y aún vemos que falta mucho», comenta un vecino indignado, porque «no paran las obras en verano y ya hace mucho que padecemos molestias».
De hecho, el propietario de un restaurante ubicado en frente del lugar donde se construye el centro, Bartomeu Silvestre, al ser preguntado por este periódico, indica que los beneficios de su negocio «han bajado un 80 por ciento, la gente no viene porque no es agradable comer con las palas y las máquinas trabajando día y noche. Ya que van con retraso, por lo menos podrían haber tenido la delicadeza de parar las obras en julio y agosto». Los vecinos, además, se han visto sorprendidos porque «echan hormigón de madrugada, el otro día había colas de camiones a la una e incluso a las cuatro de la mañana».