Irrumpe el tiempo de matances. En muchos pueblos de la geografía de Mallorca, se impone desde principios de octubre, el ancestral rito del sacrificio del cerdo. Un cerdo que ha sido engordado en los últimos meses y que ahora, va a servir de materia prima para elaborar los más exquisitos embutidos de la zona. Sant Joan, como pueblo tradicionalmente vinculado a la artesanía del embutido no es ajeno a esta temporada matancera y precisamente ayer, celebró su tradicional Festa del Botifarró.
Un acontecimiento festivo que año tras año y desde 1966 se viene celebrando en Sant Joan, pero este año peligraba su supervivencia. Tanto es así que con la finalidad de que la Festa del Botifarró no cayera en el olvido, un grupo de bares del centro del pueblo, asumieron la organización. «Nos hemos sentido con el deber moral de asumir la fiesta, porque de lo contrario, no se hubiera llegado a celebrar», explicó uno de los organizadores, Gabriel Mas, del bar de Ca'n Tronca. Parece ser que un cúmulo de circunstancias condujeron a la Pimem, anterior organizadora del Botifarró, a desistir en el impulso de la iniciativa.
No obstante, durante toda la jornada de ayer, el característico olor a embutido asado, invadió todas las calles de Sant Joan. Unos 500 kilos de butifarrones, sobrasadas, panceta y bistecs de cerdo, se asaron en plena calle, justo ante el campanario de la iglesia de Sant Joan. A pesar de que no se contabilizaron tantos asistentes como en pasadas ediciones, varios centenares de personas pasaron por el centro del pueblo a degustar uno de los mejores embutidos artesanales de la zona, elaborados en Sa Caldera.