J. M. SASTRE/T. OBRADOR
La palabra sostenibilidad tiene poco sentido en la comarca de
Migjorn de Mallorca. Los diferentes municipios se ven prácticamente
a diario saturados de vehículos tanto en carreteras como en el
interior de los pueblos. Las embarcaciones y respectivos remolques
también provocan colapso en el mar y en los núcleos costeros,
invadiendo las playas (como es el caso del Parc Natural de
Mondragó, en Santanyí) y eliminando muchas plazas de
estacionamientos (Colònia de Sant Jordi, por ejemplo). Todo ello se
acentúa los fines de semana, y más en este periodo del año en el
que la ocupación hotelera vive su esplendor estival.
Esta situación se ve agraviada con el constante y significativo aumento de población que asumen, año tras año, Llucmajor, Campos, ses Salines, Santanyí, y Felanitx. La presión urbanística en poblaciones como sa Ràpita, Cala d'Or o la Colònia de Sant Jordi son evidentes. Por otra parte, proyectos previstos como el de campo de polo, con amplia oferta complementaria adjunta, no hacen más que augurar una serie de necesidades de infraestructuras básicas que difícilmente pueden ser respondidas por las Administraciones Públicas.
Una de las causas es la oferta turística que presenta el Migjorn, destacando la denominada «virginidad» de Campos, con playas de gran belleza y excelente conservación, como es Trenc y ses Covetes. La Avinguda de la Verge, en el pueblo de Campos, recibe las consecuencias con largas colas de vehículos, especialmente los domingos. El acceso principal a es Trenc padece numerosos problemas de circulación, y la contaminación acústica y degradación medioambiental son alarmantes protagonistas. Los domingos, en las carreteras de Santanyí y la Colònia en dirección a Campos, se crean colas kilométricas.