Alrededor de 500 personas asistieron el sábado a la presentación de Gabriel Matas como candidato a la Alcaldía de Montuïri por el Partido Popular en un restaurante de la localidad. Estaban todos los que tenían que estar. Desde el ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, hasta Joan Verger, el ex alcalde Joan Ramonell, Francesc Fiol, Rosa Estaràs, Mabel Cabrer, Toni Pastor, incluso José María Rodríguez. Y mientras unos se manifestaban en contra de la guerra otros obviaban cualquier referencia al conflicto de Irak y criticaban la gestión de un vecino de Montuïri, el vicepresident del Govern, Pere Sampol. La cena también sirvió para demostrar que entre el actual alcalde, Gabriel Matas, y el anterior, Joan Ramonell, actualmente no queda ninguna rencilla.
«He oído muchos comentarios de que estábamos peleados. Es verdad que hemos discutido, pero eso es normal. Todas las diferencias están ya superadas. Hace 16 años que el PP gana en Montuïri. Antes teníamos un pueblo cargado de odio y hasta que Joan Verger no dio un golpe sobre la mesa, no se acabó. Tenemos un vicepresident que es de Montuïri y en lugar de trabajar para el pueblo ha preferido ir a Petra o Vilafranca. Tenemos ahora lo mismo que teníamos hace cuatro años». Así se manifestó Joan Ramonell, que fue el encargado de abrir los discursos.
Por su parte, Fiol también criticó que Sampol «no ha atendido las necesidades del pueblo y que los ciudadanos están peor ahora con el Pacto de Gobierno que hace cuatro años».
Joan Verger se puso a disposición de Jaume Matas para «trabajar en el partido porque es necesario para Mallorca que gane el PP. Con el pacto no vamos a ninguna parte. Sólo disfrutan de decir que no; son un pacto negativo».
Gabriel Matas recordó que «el programa de futuro que nos propusimos se ha cumplido», a la vez que hizo un repaso a todo lo que se ha conseguido durante estos cuatro años. También manifestó su descontento por la «gestión de Sampol respecto a Montuïri» e hizo una serie de agradecimientos a simpatizantes y miembros del PP. Jaume Matas cerró el acto diciendo que «la gente, hoy, ha perdido la esperanza, está inquieta. Nuestro futuro está en peligro. Hemos de recuperar la ilusión y dar al pueblo lo que espera».