El polémico puente elevado sobre es Riuet de Portocristo pasará definitivamente a formar parte de la morfología urbana del núcleo costero, a finales del próximo verano, pese a la fuerte oposición social y política. El grupo municipal del PSM, ahora en la oposición, en un último intento de paralizar las ya iniciadas obras del puente, presentó una moción de urgencia en la pasada sesión plenaria del lunes.
Los nacionalistas fracasaron en su intento de conseguir una suspensión cautelar de las obras, pese a la presencia en el pleno de una representación de la plataforma de vecinos contra el puente, que no pudo intervenir. La moción no prosperó ya que los votos del gobierno, sumados a los dos del PSOE, lo impidieron por lo que PSM y Unió de Convergències se quedaron solos. El portavoz del grupo nacionalista, Miquel Vives, justificó la suspensión de las obras del puente, basándose en las peticiones del movimiento popular contrario al proyecto, «por el grave impacto visual que provocará».
Vives también explicó que el motivo principal en el momento en que se optó por el puente era evitar los posibles efectos negativos de las lluvias torrenciales y «dado que la Conselleria de Medi Ambient no autoriza la supresión del actual puente, a día de hoy el proyecto que nació en los años ochenta, no es la solución ni para inundaciones ni para el problema del tráfico».
Por su parte, el portavoz de UC, Antoni Frau, suscribió la moción presentada por el PSM, pero aprovechó para recordar que cuando los nacionalistas formaban parte del pacto «no se opusieron al proyecto del puente y ahora que están en la oposición, sí. Es difícil de entender», advirtió. Sobre las acusaciones de Frau, el portavoz nacionalista justificó el cambio porque «hace unos meses nos debíamos a un pacto que adolecía de comunicación».