Las obras de reconversión de la antigua depuradora de Sóller en un complejo centro de reciclaje que a su vez dé empleo a personas con problemas de integración laboral y social avanzan a buen ritmo y así pudieron comprobarlo ayer los patronos de la Fundació Deixalles en el transcurso de una visita en la que los responsables del proyecto explicaron la situación actual.
El arquitecto Pep Colom puso interés en destacar que uno de los objetivos más importantes es minimizar el impacto visual. La vieja depuradora ocupa un solar colindante con la carretera Palma-Port de Sóller, a una cota situada 4'30 metros por debajo de la calzada, por lo que desde la vía pública se puede contemplar todo el conjunto. «Pretendemos rehabilitar un espacio totalmente degradado y adaptarlo al entorno según criterios paisajísticos y de bioconstrucción», señaló Colom.
A las cubiertas de algunas construcciones se les ha dado un tratamiento ajardinado, similar a un pequeño parque. La red de alta tensión que pasa junto al torrente será enterrada y en todo el recinto serán plantados lladoners y otras especies de arbustos autóctonos. El diseño de las construcciones y la proliferación de la vegetación tienen por objetivo integrar este espacio semiindustrial en el entorno y reducir al máximo los ruidos que puedan producirse por el desarrollo de sus actividades.
La enorme construcción de hormigón armado del antiguo colector al que iban a parar las aguas residuales de Sóller ocupa un lugar determinante en el complejo y en su interior serán habilitadas un aula formativa para los usuarios de la fundación y una sala polivalente. En otro edificio estarán las oficinas, un espacio dedicado a la exposición y venta y un taller, así como un almacén, una zona de clasificación de materiales y un área de servicios para el personal y el público.
El presupuesto total de este proyecto es de 136'7 millones de pesetas, de los que 82 millones serán aportados por el Govern de les Illes Balears. El solar fue donado por el Ajuntament de Sóller.