La polémica urbanización construida a 20 metros del mar de ses Covetes, en el municipio de Campos, se ha convertido en un auténtico vertedero con el que los bañistas se encuentran cada vez que van a bañarse a esta playa caracterizada por la intensidad de los colores de sus aguas. Los apartamentos construidos o a medio acabar se encuentran en estado ruinoso y los escombros de las obras están todavía acumuladas en medio del camino, convirtiéndolo en una zona peligrosa.
La dejadez se manifiesta, sobre todo, en los edificios que están casi acabados, ya que en algunos de ellos ya se habían colocado las vidrieras. Durante estos últimos cuatro años en que las obras han permanecido paradas, éstas se han roto y esparcido por el recinto. La situación es peligrosa ya que la mayoría de bañistas sólo pueden llegar a la playa por el camino fronterizo con los edificios. El servicio de limpieza no llega a los apartamentos y en el recinto sólo se acumula suciedad y escombros de las obras.
La licencia para la construcción de 68 apartamentos en la zona fue otorgada por el Ajuntament en 1992 a la empresa Terrusan, y dos años más tarde el GOB y el PSM interpusieron un recurso de reposición. En estos años, la urbanización ha cambiado tres veces de propietarios y, en estos momentos, no es pública la propiedad de los edificios. El alcalde de Campos, el conservador Andreu Prohens, afirma que esto no puede continuar «o se acaban los apartamentos o se tira todo al suelo porque de la manera en que se halla ahora resulta demasiado peligroso».