Los alcudiencs y las alcudienques que subieron a la ermita de La Victòria tuvieron que soportar unas altas temperaturas, pero las pudieron combatir gracias a los abanicos y, los más jóvenes, con pistolas de agua. A mediodía tuvo lugar la Eucaristía en honor de la Mare de Déu de la Victòria. Tras la misa, los vecinos recibieron un ramito de camomila bendecida. Esta planta se recoge unos días antes en el cabo Pinar.
Los más jóvenes pudieron disfrutar antes de la comida de las típicas corregudes amb joies. Todos los pequeños tuvieron premio, pero los más mayores se disputaron varias gallinas. Mientras, los cocineros prepararon la gran fideuà para casi 300 personas. El plato costaba 1.000 pesetas, a beneficio de la hospedería de la ermita.
A media tarde, el alcalde, Miquel Ferrer, y su esposa, Antonia Comas, abrieron el ball de bot con la ejecución de una jota. Éste es el primer año que al batle le toca protagonizar esta ceremonia, durante la cual la tradición manda que se le arrojen por encima avellanas y peladillas.