La Policía Local de Inca estrenó ayer el nuevo sonómetro del Ajuntament midiendo los ruidos de su propia barriada. Un vecino de la calle Artà denunció el pasado día 9 de marzo ante el sargento jefe de la policía de Inca las molestias que el cuerpo policial causa a su vivienda. La protesta se incluye en una denuncia cursada contra el restaurante Canyamel y explica que «de las instalaciones policiales también se recibe bastante ruido, derivado de portazos y gritos de los funcionarios de guardia». El Ajuntament carecía hasta ahora de un sonómetro homologado que permitiera comprobar la veracidad de las denuncias formuladas por exceso de ruidos y contaminación acústica.
El alcalde de Inca, Pere Rotger, ha explicado que es inevitable que las instalaciones produzcan ruido de apertura y cierre de puertas, y asegura que el edificio de la policía municipal ha sido insonorizado en dos ocasiones, por lo que los ruidos se han minimizado.
Irónicamente, la policía presentó ayer una campaña para controlar el ruido que emiten los ciclomotores en la ciudad. Los vehículos que incumplan la normativa serán retirados a sus propietarios y almacenados en el depósito de vehículos de la Policía Local. La campaña de vigilancia del tráfico se desarrollará durante los próximos cuatro meses. En este periodo se realizarán controles policiales tres veces a la semana que tendrán una duración de entre 4 ó 6 horas.