Media docena de barcos ya están fondeados en la bahía de Palma, a la espera del pistoletazo de salida de la temporada de pesca del codiciado atún rojo. Hasta este miércoles estaban, casi todos italianos, expectantes para empezar con la captura de los túnidos que, en muchos de ellos, serán llevados a mercados japoneses o serán servidos en restaurantes de aquí en forma de sushi.
Estos barcos de cerco, que son visibles estos días desde la playa de Can Pere Antoni, Cala Gamba o el Portitxol, comenzarán la temporada el 26 de mayo y la acabarán el 1 de julio. Mientras tanto, los barcos de pesca artesanal mallorquines comenzaron las capturas del atún rojo en abril. «Ha empezado muy bien y el ritmo de las capturas es satisfactorio», ha afirmado Carlos Ros, secretario de la Federación Balear de Cofradías de Pescadores.

Sin embargo, los pescadores insulares se muestran recelosos por la llegada de estos atuneros, la mayoría de ellos de nacionalidad italiana, que son subcontratados por grandes empresas. Una de las principales quejas de los mallorquines por la actividad de estas embarcaciones es «el daño que hacen a la flota de arrastre balear porque estos barcos descartan atunes muertos» y luego dejan sus cadáveres en el fondo del mar.
Los barcos artesanales arrastran sus redes por el fondo del mar y cuando llevan la captura al barco «se topan con atunes podridos de 200 kilos que echan a perder todo el pescado y, por tanto, la faena de un día», ha denunciado Carlos Ros.
Las flotas industriales de cerco tienen otro sistema de pesca: son capaces de localizar los grandes bancos de atunes, los cercan con sus grandes redes y luego son metidos en granjas de transporte, siempre debajo del agua para mantenerlos vivos. Después, los barcos les obligan a nadar dos kilómetros por hora para trasladarlos a las fábricas de engorde en las costas de la Península, en un trayecto que dura semanas. Un vez allí, son capturados. Sin embargo, esta operación supone la muerte de muchos individuos, por lo que sus cadáveres quedan en el fondo del mar y son capturados por los pescadores baleares incluso dos meses después.
Desde el sector denuncian que estos barcos «pescan muchísimas toneladas en unas pocas semanas, lo que supone millones y millones de euros de facturación». Y la flota balear cuenta con unos estrictos límites, «solo pueden capturar 478 kilos cada año, apenas dos o tres ejemplares», censuró Ros. La Federación de Cofradías se queja, además, por «la discriminación y el desprecio hacia el esfuerzo de la flota artesanal balear, que durante años no pescó el atún rojo porque estuvo a punto de desaparecer». Sin embargo, estos cerqueros industriales siguieron capturando toneladas de ejemplares. «Los pescadores artesanos son los artífices de la recuperación del atún rojo», ha asegurado Ros.
Esta especie sigue siendo la reina de la mesa. En el mercado de Toyosu, en Tokio, el año pasado se vendió en subasta el atún rojo más caro del mundo, a 1,28 millones de euros. Un atún que había surcado aguas baleares.
AngelcaídoEstoy bien de acuerdo contigo muy buen comentario. Un saludo. Angelcaido.