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SINHOGARISMO

Un grupo de sintecho se hace fuerte en el interior del Baluard del Príncep

Un asentamiento crece en el interior de ese tramo de la muralla de Palma, declarado como BIC, que sigue a la espera de retomar sus obras, mientras que días atrás Emaya actuó para frenar su degradación

Uno de los sintecho instalados en el Baluard del Príncep, en su habitáculo. | Miquel Àngel Cañellas

| Palma |

Una de las mejores vistas que ofrece Palma esconde en sus entrañas un nuevo capítulo de la cruda realidad que forma parte también del paisaje de la ciudad. La crisis habitacional y la falta de vivienda ha llevado a que la okupación y la multiplicación de asentamientos de sintecho se expandan a lo largo y ancho de la ciudad. Incluso hasta uno de sus lugares más emblemáticos, en el corazón de la muralla y a pocos metros de una zona cotizada o un hotel de lujo, cuyos huéspedes son testigos directos y diarios de un asentamiento de personas indigentes, sin hogar que se han hecho fuertes en el Baluard del Príncep, concretamente en los espacios destinados a un futuro centro de interpretación.

Un espacio que es Bien de Interés Cultural (BIC) y monumento histórico que data del siglo XVI y cuyo proyecto de reforma sigue a la espera de finalizarse después de paralizarse las obras por la quiebra de la constructora. Unos trabajos que debían finalizar en 2022 y, por ahora, dejan un rastro de suciedad, dejadez, ratas, grafitis... y sintecho. Tanto en el interior del Baluard del Príncep como bajo el puente de la Plaça de la Porta del Camp.

Basura y residuos en los exteriores y al pie de la muralla. Foto: Miquel Àngel Cañellas

Espacios en los que días atrás tuvo que intervenir Emaya, reforzada con la vigilancia de la Policía Local, para despejar una zona insalubre en la que todavía quedan restos de material de construcción abandonado y multitud de residuos y suciedad acumulados, que se suman al agua estancada en el exterior. Algo que contrasta con el interior de la muralla, donde los sintecho intentan mantener unos mínimos de limpieza dentro del contexto en el que les ha tocado vivir.

Uno de los sintecho, caminando por las estancias. Foto: Miquel Àngel Cañellas

Pacíficos

Eso, en su exterior. Dentro, en unos espacios totalmente despejados y visibles desde la calle, cuyo vallado ha sido asaltado y derribado en algunos tramos, reside una decena de personas. La mayoría, de origen subsahariano, africanos. Pacíficos y que están allí «por necesidad. Es mejor que estar en la calle», asegura el portavoz del grupo, que acompaña al redactor y el fotógrafo de Ultima Hora por las salas.

Uno de los sintecho, en su morada. Foto: Miquel Àngel Cañellas

«No queremos drogadictos, tampoco cobramos nada por estar aquí, sólo queremos un sitio en el que estar seguros», prosigue, reiterando que rechazan «a los drogadictos, nos han molestado mucho y no les queremos». Este hombre, de casi dos metros de altura, asegura que trabajaba en seguridad y explica que allí son «diez o alguno más». En la mañana de este miércoles, siete de ellos estaban en el Baluard y algunos habían salido para trabajar.

Pequeño asentamiento bajo el puente de la Plaça de la Porta del Camp. Foto: Miquel Àngel Cañellas

Algunos en la sala principal, con sus asentamientos perfectamente delimitados y separados. Los más veteranos, ya tenían una habitación propia en el interior, bajo la muralla y apostados en un espacio que forma parte del patrimonio histórico y cultural de Palma, pero que se ha convertido en su hogar por necesidad.

Cableado e instalación eléctrica, robados. Foto: Miquel Àngel Cañellas

No tienen luz «porque nos han robado y arrancado todos los cables para ganar dinero con el cobre. Sacamos a unos gitanos que daban problemas y estamos más tranquilos ahora», denuncia, teniendo cerca una fuente en la que surtirse de agua potable. Mientras, fuera, los trabajadores de Emaya o Parques y Jardines siguen con su rutina y algunos turistas observan desde el balcón de su hotel de cinco estrellas el triste panorama.

En diversas ocasiones, el Ajuntament de Palma ha tenido que actuar para reducir el impacto de acciones incívicas que han deteriorado la imagen de uno de los puntos más cotizados de la fachada marítima de Palma, que ofrece unas vistas excepcionales de la Bahía, aunque el presente plantea una postal más triste.

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