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El Consell paraliza tres meses el derribo del edificio de 31 de Desembre para analizar su caso

La institución insular considerará si el inmueble debe ser protegido ahora

Edificio de la calle 31 de Diciembre | Jaume Morey

| Palma |

El Consell de Mallorca ha ordenado la paralización durante tres meses del proyecto de derribo del edificio de la calle 31 de Desembre, situado en el número 27, y que es obra del arquitecto Gaspar Bennàzar. Técnicos del Consell de Mallorca ya han visitado el edificio para hacer una evaluación final. La consellera de Cultura, Antònia Roca, ya ha firmado la resolución que suspende durante tres meses la licencia de demolición, en aplicación de los artículos 23 y 24 de la Llei de Patrimoni Històric.

A lo largo de este plazo, el Consell de Mallorca dictaminará qué grado de protección le correspondería al inmueble, aunque también cabría la posibilidad de que el edificio no cuente con ninguna protección, lo que no supondría ningún impedimento para seguir con el proyecto del derribo. Por otro lado, en relación a este edificio, también se está analizando la posible declaración de Bien Catalogado, tal y como ha solicitado ARCA.

A finales de noviembre la gerencia de Urbanisme del Ajuntament de Palma dio luz verde al derribo de este edificio construido en 1932 en el Eixample por un proyecto fue presentado por la sociedad Can Domenge 2013. ARCA consideraba en su escrito que, tras conocerse que era un edificio firmado por Bennasar, y teniendo en cuenta que había quedado desprotegido tras la caída del Plan de Ordenación Detallada (POD) con la llegada del nuevo equipo de gobierno, todo esto «obliga al Ajuntament a rectificar. La ciudad y su patrimonio se ha de preservar y no tiene la culpa de que los planes de ordenación no estén actualizados».

El edificio en cuestión consta de locales comerciales en los bajos y tres plantas superiores, con una superficie total construida de 1.294 metros cuadrados. En sus locales estaban alojados hasta hace unos años la Pastelería Llull, la agencia de viajes Pegaso (ahora en un local cercano), una peluquería y una tienda de telefonía. En el caso de la panadería Llull, con un fuerte arraigo en la zona, cerró en 2016 y fue una pérdida muy lamentada por todo el vecindario.

Según Àngels Fermoselle, vicepresidenta de la Associació per a la Revitalització dels Centres Antics (ARCA), con la caída del POD «tenemos un problema en todo el Eixample. No hay nada catalogado y se van a cargar toda la zona», lo que supondrá la pérdida de identidad y la aprobación de nuevas construcciones que «son un auténtico desastre».

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