Es una de las más antiguas en marcha y en la actualidad moviliza a unos 350 asociados y sus respectivas familias que luchan por mantener la esencia de barrio y zona residencial de Las Maravillas, pese a encontrarse rodeada de toda la oferta hotelera y de servicios de la Playa de Palma, a la que se han sumado nuevas actividades como el alquiler vacacional. Miquel Cañellas preside la Asociación de Vecinos de Las Maravillas, que desde 1958 defiende los intereses del colectivo ante el Ajuntament de Palma, lamentando la falta de noticias de su alcalde, Jaime Martínez, desde que arrancó la legislatura. «No le hemos visto por aquí», siendo la coordinadora de Distrito, Paquita Oliver, uno de sus pocos nexos con Cort.
Al acabar la temporada turística, el paisaje de Las Maravillas cambia radicalmente. Hoteles cerrados, cafeterías y demás establecimientos bajan la persiana y cada vez menos turistas pasean por unas calles en la que la presencia de clubes de tenis y pádel como Son Rigo o el Gran Playa, sin dejar de lado el polideportivo Toni Servera, no esconden la falta de instalaciones deportivas en el barrio y en toda la Playa de Palma. «La piscina se queda pequeña y el pabellón está ocupado por un club de baloncesto. Pero no hay pistas polideportivas al aire libre o un campo de fútbol, que quién sabe, puede servir para crear un club o atraer a equipos extranjeros en temporada baja», explica Cañellas, portavoz y presidente del colectivo vecinal.
Una petición en la que inciden, dentro del mal estado de muchas aceras y pavimento, es un punto de encuentro ubicado en la encrucijada de varias calles. Un pinar en el que se reúnen los vecinos en Sant Sebastià o en sus fiestas de verano y en el que las raíces de los árboles han destrozado la superfície, haciéndola peligrosa para los habituales e incluso llegándose a perimetrar en algún tramo ante sus pésimas condiciones.
En ese espacio piden desde hace tiempo la instalación de un punto de agua, pues es un pinar y en caso de incendio o incidencia se actuaría con más facilidad, además de un pipicán, «porque sino, lo único que conseguiremos es degradar un espacio que los vecinos aprecian y que está abandonado y resulta incluso peligroso para los más mayores con ese suelo tan deteriorado», comenta Cañellas, que destaca la importante cifra de población flotante en la zona de Las Maravillas y el resto de la Playa de Palma.
Presencia policial
Otro campo en el que inciden es la inseguridad, «los doce meses del año, ojo», espeta el presidente del colectivo vecinal. «Hay robos en casas y hemos tenido que poner cámaras. Sabemos que vigilan si la gente está o no. Hay vecinos que salen a pasear y ven a gente sospechosa por las calles», refiere Cañellas, que tilda de «insuficiente» la presencia policial en la zona y reclama, entre otras cosas, dar importancia a la Policía Montada de Palma en la zona de la playa «pues además de esa seguridad que dan, son un elemento disuasorio, pues tienen una visión que les permite ver cosas que desde el coche o caminando no se observan». La prostitución es otro elemento que genera inquietud, por la mala imagen que da, «entre los turistas, pero también los residentes que la sufren en las calles donde viven», incluso a plena luz del día.
Problemas con estaciones de Emaya y aguas residuales o fecales son otros dolores de cabeza para los vecinos, que destacan la presencia de mosquitos, incluso en invierno, y a la vez ponen en valor el servicio de la empresa municipal de limpieza. «No tenemos quejas, les vemos trabajar y cumplen con su labor», explica el presidente vecinal, que lamenta el mal uso que algunos hacen de los puntos verdes, «donde dejan la poda fuera de los contenedores, en el suelo, y a veces no se retira y genera suciedad extra», apostilla.
El servicio de transporte público, con la EMT ofertando frecuencias durante todo el año, es algo que resaltan, pese a la masificación que se registra, especialmente en los momentos álgidos de la temporada turística, donde el alquiler vacacional, principalmente sus usuarios, se suman a la lista de problemas. «Algunos vecinos se quejan de ruidos e incivismo, aunque el problema con los turistas, de verdad, está en la primera línea», donde señalan a algún local de ocio como foco emisor.
Ser una barriada que linda con el mar, con la Playa de Palma como uno de sus límites, sitúa allí una de sus zonas calientes. Además de solicitar mayor limpieza de la zona de arenal y mayores cuidados de los espacios ajardinados, degradados e invadidos por la arena de la playa, señalan los vecinos de Las Maravillas que «cada vez hay más sombrillas y menos espacio, lo que genera problemas de acceso a la playa», donde lamentan también la presencia de velomares sin servicio. Tampoco entienden que se levanten los muros de la primera línea, lo que hará que la arena acceda a los locales y las casas de la primera línea.
Abandono
También remarcan que existe un peligro permanente en algunas de las calles de Las Maravillas, especialmente en la segunda línea, donde los árboles levantan el pavimento y han ganado su espacio, haciendo intransitables algunos tramos de las vías, en las que, anecdóticamente y como reivindicación, piden que se instalen luces de Navidad, «porque también pagamos nuestros impuestos», recordando el caso de otras zonas próximas como Son Gual.
Miquel Cañellas, en nombre de la Asociación de Vecinos de Las Maravillas, también recuerda los problemas de aparcamiento que sufren en temporada alta los residentes fijos en la zona y la ausencia de alternativas por parte de Cort, al igual que la falta de un centro médico próximo, teniendo que moverse a Es Pil.larí, cuyo horario no alcanza las demandas de los residentes, o al PAC de Can Pastilla o Sa Graduada.
Lamentan desde la organización vecinal la falta de comunicación y respuestas desde Cort, además de «no saber nada del alcalde» desde la campaña electoral. «Sólo pedimos que nos tengan en cuenta, que no sólo se acuerden de nosotros cada cuatro años», apostilla su presidente, Miquel Cañellas.