Las tumbas de la necrópolis de Son Sunyer, entre Es Pil·larí y el núcleo de Sant Jordi, atestiguan silenciosamente la presencia de poblados prehistóricos en esta zona al este de Palma siglos antes de que la capital balear se fundara como tal ya en la época romana. Este interesante yacimiento ha centrado estos días los esfuerzos de una excavación del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que arroja resultados prometedores. En esta finca de titularidad privada se localizan un total de ocho hipogeos, cuevas funerarias de la Edad de Bronce. Cinco de ellas están agrupadas, y las otras tres, algo más alejadas.
Las cuevas, artificiales y de planta alargada, fueron parcialmente destruidas al ser explotadas como canteras de marés en la antigüedad, y por ello algunas carecen de cubierta. El yacimiento no fue explorado con interés científico hasta 1961: fue el arqueólogo Guillem Rosselló Bordoy quien constató que muchos nichos ya se habían vaciado siglos antes, aunque encontró algunos restos que habían sido movidos. El año siguiente Josep Mascaró Pasarius trazaba un interrogante junto a una de las cuevas en uno de sus primeros dibujos del yacimiento; la excavación que ahora ha financiado el CSIC ha querido resolver la incógnita que dejó el menorquín, y descubrir qué había ahí.
El proyecto moderno ya despejó la entrada a las cuevas hace unos años, ya que la vegetación las había cubierto por completo. Según expone el director de la excavación, Jordi Hernández, esperaban encontrar un nicho aún sin excavar pero no ha sido así: el recorte corresponde a las pedreras activas en los siglos XVI y XVII. Pero han tenido «un premio de consolación».
Lo que para algunos tal vez sólo serían polvo y piedras, para el equipo de expertos es una mina de información. Los antiguos canteros debieron apartar el material funerario que se iban encontrando, y esto ha permitido a los arqueólogos dar con pequeños restos óseos humanos y material del ajuar funerario, que abre un mundo de posibilidades de investigación: «Con pruebas de carbono-14 podremos datar con más precisión este yacimiento dentro de la Edad de Bronce, que abarca más de mil años; se pueden hacer estudios de dieta, estudios de carácter patológico, saber no sólo cómo se enterraba sino también cómo era su vida», explica el investigador del Instituto de Ciencias del Patrimonio del CSIC Pau Sureda.
En los trabajos colabora la Associació d’Amics de Sa Galera, que promovió la limpieza de la vegetación que había ocultado las cuevas. Su representante, Jorge Argüello, destaca que el Pla de Sant Jordi alberga una peculiar concentración de yacimientos prehistóricos que no se han estudiado a fondo. «Aquí hay muchísimo que hacer. Sería perfectamente posible hacer una ruta arqueológica dedicando un poco de tiempo a limpiar los yacimientos y que sean visitables», apunta.