El Mercat de Pere Garau acaba de cerrar los puestos de atención al público y hace apenas una hora se han retirado los puestos ambulantes de la plaza. No queda ni rastro de la intensa actividad comercial que se ha llevado a cabo poco antes dentro y fuera. Sin embargo, un batallón de operarios de Emaya se ha encargado de borrar cualquier tipo de indicio. Esto, dice el regidor de Medi Ambient, Llorenç Bauzá, «es lo normal».
Pero adicionalmente al servicio habitual, la semana pasada [momento en el que se llevó a cabo este reportaje] se celebró la tercera tanda de ‘Palma a punt’, el programa de limpieza y mejora del Ajuntament de Palma que cada dos o tres días se concentra en un barrio en concreto. La iniciativa, independiente de los servicios diarios que los diferentes departamentos llevan a cabo en toda Palma, ya cumple su tercera edición en Pere Garau después de hacer una ronda por todos los barrios.
Junto al mercado, los operarios se afanan en la limpieza de papeleras y contenedores o baldeando las aceras con soplado, agua a presión y máquina limpiadora. «Con esta tercera batida de la ciudad ya conocemos los puntos negros y los vamos mejorando», señala Bauzá, que advierte que «luego hay otros que no habíamos detectado. Llegamos a zonas como Sa Teulera, que es una urbanización no recepcionada», por lo que no tiene un servicio de limpieza ordinario. Lo mismo ocurre con el mirador de Na Burguesa, que pertenece al Obispado de Mallorca, por lo que «no podemos entrar pero podemos hacer otro tipo de actuaciones especiales».
En el operativo ordinario también hay un servicio que se encarga de vigilar los desbordes que obstruyen los contenedores soterrados. Emaya también ha reforzado el vaciado de papeleras «debido a la alta afluencia de personas en el centro, sobre todo en verano. Por eso las vaciamos tres veces al día, también en el Eixample». Y para diferenciar las que han sido renovadas de las que no, las bolsas de las papeleras cambian de color para asegurarse de que el operario no se salta ninguna.
En el caso de Camp Redó, se lleva a cabo además un Plan Especial cada tres meses. «La última vez que estuvimos allí [en octubre] recogimos nueve toneladas de basura, trastos, cristal y desbroce. Pero no es culpa de los vecinos», aclara. Emaya ha detectado a un buen número de desaprensivos que aprovechan para acercarse al barrio y «lanzar escombros o dejar trastos. Siempre ha sido así. No solo son los residentes, hay gente que se aprovecha. De hecho, hace poco que hemos identificado y sancionado a un ciudadano que había dejado en el barrio restos de obras».
El incivismo se ceba en las barriadas más vulnerables. Lo mismo ocurre en Son Gotleu. El regidor añade que «estos días hemos encontrado planchas de pladur alrededor de un contenedor en ese barrio». Algunos hacen obras y aprovechan cualquier rincón para abandonar escombros de manera ilegal.
Reorganización
Bauzá señala que «el programa ‘Palma a punt’ ha venido para quedarse. Estará toda la legislatura». El regidor advierte que para llevar a cabo este operativo «hemos tenido que reorganizar servicios que se dedicaban a otros menesteres no habituales en Emaya, como la comercialización de energía».
En total cuentan con 1.525 trabajadores, ya que por la Ley Montoro «no podemos pasar de los 1.500, salvo para suplir vacaciones o bajas largas». Aunque la población y el número de turistas de Palma siga creciendo, se mantiene el mismo número de operarios. De ahí que la gestión de personal se haga con precisión quirúrgica. «Hemos reorganizado rutas y servicios», zanja Bauzá.