Santa Pagesa, el barrio de Palma que nació con la prolongación del Eixample, aún sufre las consecuencias de su desmesurado crecimiento vertical. Para ponerle una solución, en 2018 los vecinos de la Assosiació de veïnats Santa Pagesa presentaron una propuesta en el concurso de presupuesto participativos creado por el Ajuntament. Su mejora consistía en ensanchar las aceras de las calles Sant Joaquim, Andreu Feliu y Pare Francesc Molina. Ese mismo año, ganaron y el presupuesto fue asignado para su proyecto. Sin embargo, ninguna acción se ejecutó. Un año más tarde, volvieron a presentar la misma propuesta. De nuevo, obtuvieron el visto bueno, pero la mejora no se ha llevado a cabo. Desde entonces, no se han celebrado más concursos.
«Nos presentamos una vez, nos presentamos dos veces... En las dos ocasiones ganamos y nos concedieron la dotación del dinero correspondiente, pero no han hecho nada», explica Toni Llull, un asociado de la agrupación. Según cuenta el vecino, la zona afectada incumple la legalidad. Por ello, su insistencia en la reforma. En la manzana, las calles miden de ocho a diez metros de ancho, por lo que que la normativa estipula que tenga un sentido de circulación y fincas de cuatro pisos como máximo. «El primer edificio tiene 13 plantas y el que menos, ocho», asegura Llull.
«Lo único que pedimos es que se ensanche la acera un metro», añade. Ya que, dos personas no pueden caminar a la vez por el mismo tramo. «La calle tan estrecha da sensación de colapso», asegura la presidenta de la asociación Carmen Aguado. La problemática no solo afecta a los vecinos, también supone un inconveniente para los negocios. Desde la asociación señalan que es necesario humanizar la zona, especialmente por su cercanía a la peatonal Blanquerna, ya que muchos de sus usuarios también caminan por estas calles. «Queremos pasear por los alrededores, no solo Blanquerna», reclama. Por este motivo, piden más pasos de peatones en la calle del Pare Bartomeu Pou.
Otro tema candente de una barriada tan densa en términos de población es el transporte público. «No nos podemos quejar del servicio entre semana», indica Aguado. Sin embargo, algunas líneas como la 19 o la 40, durante el sábado y el domingo dejan de ofrecer el mismo horario. «Se ve que los ciudadanos solo existimos de lunes a viernes», añade. La vecina asegura que los autobuses siempre van llenos, por lo que ampliar el horario durante el fin de semana sería beneficioso para aliviar el tráfico de la barriada.
Además, señala que es necesario mejorar el estado de las paradas de autobús. «No tienen marquesina, no hay un lugar donde protegernos del sol ni de la lluvia», indica. Tampoco es posible sentarse ni leer información sobre la frecuencia del transporte. «Si un bus tarda 20 ó 40 minutos en llegar, las personas mayores agradecen poder tomar un asiento», añade. Estas condiciones se dan en la mayoría de las paradas de la calle General Riera. Por ello, la asociación pide la instalación de marquesinas con asientos y paneles informativos.
Asimismo, desde la asociación solicitan que se instale otra estación de bicipalma en calle 31 de diciembre. Así como, un mejor mantenimiento en las bicicletas. «La aplicación siempre está saturada y encontrar una es difícil», indica la presidenta de la agrupación. Para aligerar este tráfico de usuarios ciclistas proponen crear un carril bici en General Riera y 31 de diciembre, las dos vías paralelas a Blanquerna. «Por el volumen de gente que vive aquí, es importante facilitar más alternativas para evitar el uso de coche», añade Llull.
La asociación vecinal nació con la propuesta de peatonalizar Blanquerna en 2004. En su local, en la calle de Pere Martell, celebran actividades cada semana. Una de ellas es el cuentacuentos para niños, que se celebra el último viernes del mes y tiene una temática acorde con el momento. Además, organizan diversos mercados callejeros a lo largo del año, el de otoño tendrá lugar el próximo 2 de noviembre. Aun así, desde la agrupación recuerdan que para una barriada tan densa son necesarias muchas manos.