El fenómeno de la okupación de viviendas no deja de sorprender en una ciudad como Palma. Uno de los últimos casos es el de una casa de dos alturas ubicada en un lugar muy transitado de la capital. Por la rotonda que une el Camí dels Reis, la carretera de Sóller, el polígono de Son Castelló y el Camí Passatemps, principal vía de acceso a la barriada de Son Sardina, cada día circulan miles de vehículos que apenas se percatan de una casa que lleva allí toda la vida y que, pese a su estado de ruina y el peligro que entraña, tiene nuevos vecinos.
A la vera de esa rotonda y en la vertiente que une el Camí dels Reis y Passatemps, por las noches de observa una tenue luz. Porque pese al pésimo estado de la construcción, han tenido el ingenio como para conectarse a la corriente de la calle para poder tener electricidad y hacer más llevadera su estancia en un espacio de complejo acceso.
Y en el que la estructura ofrece muestras de inestabilidad e inseguridad. La muestra, los agujeros de la terraza principal, desde la que asoma el cable que les da suministro eléctrico al acoplarse a la red próxima, y donde se observan, además de una escoba y un recogedor, varias sillas de plástico que refieren la presencia de los okupas, cuya presencia también ha llamado la atención de los vecinos de la zona, preocupados por su llegada y, a la vez, por su seguridad por las condiciones en las que se encuentra la casa.
El tapiado de algunas puertas y ventanas ha sido violentado y apenas unos pequeños resquicios permiten atisbar algo del interior de la infravivienda, que los nuevos 'vecinos' de la zona han hecho suya pese a sus lamentables condiciones, reflejadas en aspectos como el improvisado acceso a la planta más baja que han creado gracias a una escalera de obra.
Una cosa que ha llamado la atención de los residentes de la zona ha sido el trabajo de poda que han realizado los okupas para tener acceso a la construcción, despejando un espacio cubierto hasta hace unas semanas por la maleza.