Los vecinos del Passatge de Son Real, Son Canals, llevan conviviendo con un parque canino a escasos diez metros de su casa desde hace años. Varios han intentado por todos los medios que el pipicán desaparezca, ya que el ruido que generan los ladridos de los perros resuenan en toda la manzana, al estar el espacio completamente rodeado de edificios.
Al hablar con ellos, prefieren mantener el anonimato, puesto que en muchas ocasiones los propietarios de los animales se han encarado con ellos al asomarse desde sus ventanas para pedir un poco de silencio: «Me han llegado a tirar heces al balcón por quejarme y a tocarme el telefonillo para increparme», narra una vecina.
El recinto está vallado desde antes de la pandemia y cuenta con varios carteles informativos donde se puede leer que el horario para usar el espacio es de 08.00 a 22.00 horas; sin embargo, esta indicación es solo orientativa puesto que fuera de esas horas no se cierra el pipicán y la gente lleva sus perros.
Hartos de no poder descansar por las noches, varios vecinos comenzaron en 2017 su lucha para revertir la situación, llegando a recoger 102 firmas que se entregaron al Ajuntamet de Palma solicitando que se acabara definitivamente con el servicio y mientras tanto se cerrara en horario nocturno. Además, se formalizaron varias quejas ante La Defensora de la Ciudadanía, el Defensor del Pueblo y varias áreas del Consistorio como Benestar Animal y Qualitat Ambiental. Incluso se presentó, en 2018, una propuesta al pleno municipal reiterando la misma petición y solicitando que se trasladara el parque a otro solar.
Ninguna de las dos mociones se han llegado a materializar hasta hoy, puesto que el área d'Ecologia, Agricultura i Benestar Animal reconoció en 2020 que no había encontrado un sitio alternativo y el otro punto no obtuvo los apoyos necesarios. Ese mismo año, se anunció la cesión del solar municipal a la Conselleria de Sanitat para construir un centro de salud, pero dicha operación sigue también en el aire, ya que la Conselleria no ha aceptado aún la cesión.
A estas alturas, los vecinos indican como la medida más urgente que se cierre el recinto dentro de un horario, igual que se hace con los parques infantiles. Mientras tanto sus días están acompañados de ladridos, el olor de los orines de los perros, el mal estado del solar, que se inunda cuando llueve y las trifulcas entre los dueños de las mascotas con otros dueños y el vecindario.