Llama la atención si uno pasa cerca y se percata de ello, pero para muchos de los miles de palmesanos que semanalmente pasan por la primera línea de la barriada de es Molinar, no deja de ser un paso de peatones más. Eso sí, la perspectiva cambia si uno se detiene y observa esa señalización pintada sobre el adoquinado de la calle Vicari Joaquim Fuster, la que recorre la primera línea frente al mar.
Se puede cruzar ese paso de peatones, aunque el destino no será ni el esperado ni fácil de sortear. Porque si a un lado -el de tierra- sí cumple con su función, partiendo hacia su destino, el mismo no es otro que un espacio destinado al aparcamiento de vehículos, un problema y una reivindicación histórica de la barriada de es Molinar, víctima de la masificación.
En esa zona de aparcamiento, además, también aparecen pintadas las rayas horizontales de este singular paso de cebra, cuyo diseño, además, fijándose más en los detalles no conecta linealmente sus dos extremos. Esa imagen se ha convertido en una anécdota más que comentan con humor los vecinos de la zona, que recuerdan otros casos similares también relacionados con pasos de peatones.
Así, uno de los extremos se esconde entre los vehículos estacionados, que cubren el inicio del paso desde la vertiente del mar, lo que también provoca una mezcla entre indignación e ironía entre los residentes y quienes se percatan de esta situación, que no deja de ser una anécdota en una zona con restricciones de tráfico.