Una escena que parecía cosa del pasado vuelve a contemplarse en la plaza de las Columnas: jeringuillas usadas tiradas en la calle. Los vecinos de Pere Garau han vuelto a los ochenta y desde hace más de un año no paran de ver a drogadictos ‘pinchándose' a escondidas entre los turismos aparcados del barrio.
Andrea Ramos, una vecina, iba de camino a su coche el domingo pasado cuando vio en la calle Beatriu de Pinós cuatro jeringas usadas y un pañuelo manchado de sangre tirados en el suelo. «Me preocupa, sobre todo por los niños», dice y añade que «en la plaza siempre hay gente metiéndose cocaína».
Desde la asociación vecinal Flipau amb Pere Garau aseguran que se trata de una «verdadera epidemia de personas nómadas que van de un barrio a otro ‘pinchándose'» y que «no es sólo un problema de Pere Garau». También puede verse en otras vía, como en Sindicat. La entidad afirma que desde hace un tiempo son muchos los vecinos que se han quejado de esta situación, ya que han visto con sus propios ojos a los drogadictos consumiendo y luego dejando las jeringuillas por el suelo.
«Aumentar el número de agentes policiales no solucionará el problema, la respuesta tienen que ser una actuación combinada», dicen desde Flipau amb Pere Garau. En este sentido, consideran que, por un lado, la Administración tiene que velar por las personas que están en la calle y que, por el otro, la convivencia se debe mantener en el barrio.
Retirada de jeringuillas
Además del drama humano que supone que haya jeringuillas tiradas por las calles también implica un problema de salud pública, ya que la retirada de éstas cuenta con una pauta de actuación muy específica que debe llevar a cabo el personal de Emaya con un equipamiento concreto.
El operario debe usar guantes y pinzas para recoger las jeringas e introducirlas en un contender especial sin tocarlas en ningún momento. Luego, el jefe de sector tiene que marcar la fecha de la primera jeringa introducida en el contender para controlar la caducidad del mismo.
Una vez se haya metido la primera inyección sólo puede pasar un mes hasta que se entregue al servicio médico para su cambio y nunca se podrá traspasar el contenido. En caso de que haya un mínimo contacto con una aguja, se debe notificar y acudir a la Mutua de accidentes lo antes posible.