Por las ordenadas y entrelazadas calles de la barriada de El Vivero en Palma, que dibujan un interminable paisaje de plantas bajas roto por algunos solares en obras o nuevas construcciones, transcurren numerosas historias que forman parte del devenir de la ciudad, aunque nos ubiquemos en los límites que separan al municipio de Marratxí, limitando en muchos casos con el campo, delimitado por Son Rullán, Verge de Lluc, Son Cladera, el Rafal Nou y Vell, la sensación de haber estado lejos del centro de la ciudad lo ha hecho especial, además de algunos de sus símbolos todavía hoy en pie, aunque algunos en abandono a la espera de una solución o en vías de encontrarla definitivamente.
El tejido asociativo resulta notable en la barriada que puede presumir de acoger al club decano del baloncesto palmesano, la Sociedad Cultural y Deportiva Hispania, fundada en 1942 y que, 82 años después, sigue siendo un motor deportivo y popular dentro de este rincón de Ciutat. Su histórica cancha deja puesto al nuevo pabellón deportivo, frente al cual se ubica la cafetería que recuerda lo que es un lugar emblemático para el deporte de la canasta en Mallorca.
Pero el engranaje que articula todo este movimiento es la Asociación de Vecinos 'Es Molí' Rafal-Vivero, presidida por Rafael García. Una entidad que echó a andar en 1981 y que lleva a cabo una labor dinamizadora que permite conservar la esencia de una barriada de Palma en la que preocupa «el envejecimiento de la población», afirma el dirigente. «Cuesta implicar a la gente joven, y ha venido mucha a vivir, pero las personas mayores, las de toda la vida, siguen formando el grueso del porcentaje de la población del barrio», añade García.
Muchas son las actuaciones realizadas en El Vivero a lo largo de los últimos años. Pero también las reclamaciones. Las comunicaciones a través de las líneas de la EMT «son correctas, tenemos opciones para movernos», aunque sí muestran su preocupación los vecinos en materia de movilidad, «principalmente en cuanto a la velocidad. Aunque hay señales de 30 kilómetros por hora, se respeta poco ese límite y puede ser peligroso. Hay gente mayor y niños que se mueven y una elevada velocidad puede aumentar el riesgo de accidentes o atropellos», comenta el presidente de los vecinos de El Vivero.
Otro asunto que, más recientemente, ha encendido las alarmas entre los vecinos, es la inseguridad derivada de los pirómanos que han quemado contenedores en varias calles de la zona. Eso acaba afectando a otras peticiones realizadas al Ajuntament de Palma, como un mejor mantenimiento de las aceras, al igual que en materia de limpieza. «Va por temporadas. A veces es mejor, otras peor... aunque es verdad que depende mucho de la gente, no de quien gobierna, y todos tenemos que ayudar a conseguir un barrio más limpio, aunque en general no hay grandes quejas», prosigue Rafael García durante un largo paseo por las calles de El Vivero.
Un objetivo que motiva a los dirigentes vecinales y a muchos colectivos de la barriada es la recuperación de las emblemáticas Cases de Son Ametler, en pleno proceso final de rehabilitación para convertirse el pulmón sociocultural de la zona. Buena parte del espacio, pasando por el edificio principal o la capilla, se han recuperado para la comunidad, con el objetivo de ser el verdadero 'Casal de Barri' de El Vivero. A sus pies, ha crecido un parque que es punto de encuentro y en el que se han instalado unos equipamientos para ejercitarse físicamente logrados gracias a los presupuestos participativos de Cort. «Es una reivindicación de hace años y ya estamos más cerca», advierte García.
Otra petición prioritaria para los vecinos es recuperar para las urgencias el PAC de Son Rullán. «Los fines de semana, se tiene que ir al PAC de s'Escorxador o al Pont d'Inca, gracias a un convenio con el Ajuntament de Marratxí», explica García. «Queremos pedir el PAC de urgencias de Son Rullán para no tener que movernos hasta s'Escorxador, por lo que supone especialmente para la gente mayor», añade el presidente de la asociación vecinal, que celebra haber logrado la apertura del Camí Salard.
A nivel educativo, consideran los vecinos que falta un instituto público, «porque hay concertados ya, pero a la vez hay también muchos colegios en la zona». De la misma manera, han propuesto al Ajuntament de Palma y al Govern el uso del antiguo y abandonado Cine Iris -ubicado junto al pabellón- como espacio para la escuela pública (CEIP Es Vivero), ya que limita con el centro educativo del barrio.
Los nombres de músicos de origen y épocas diversas dibujan en callejero de El Vivero, donde también aparecen otras vías cuyo origen remite a los 'indianos' que regresaron tras su periplo por América a Mallorca. Es el caso de las calles Lanzone, Poroto o Ribadavia, aunque en los últimos tiempos. Simbólica fue la dedicatoria de una de las calles del barrio a la compositora Rosa Mestre (1875-1972), vecina y primera mujer de su rama dentro de ese singular plano.
«Este barrio es como un pueblo, todo el mundo se conoce», asegura Rafael García, portavoz vecinal, en una sentencia que resume la forma de ser y vivir de un colectivo arraigado desde hace varias generaciones a ese rincón de la periferia de Palma, donde los hijos y nietos de sus actuales habitantes tienen la palabra a la hora de conservar su esencia tradicional.