Hasta la Costa de n'Arradó llegaba esta mañana el eco de los ladridos; la explanada de la Seu fue el punto de partida de las Beneïdes de Sant Antoni de Palma, que este año contaron con una discreta participación. A primera hora de la nublada mañana, parecía que el agua bendita fuese a precipitarse desde el cielo, pero la meteorología se apiadó de los presentes y la fiesta se desarrolló con normalidad. Bien acompañadas por sus mascotas, perros en su gran mayoría, decenas de personas se reunieron frente a la Catedral de Mallorca a partir de las 10 horas.
Mientras sus dueños esperaban, en la plaza los canes disfrutaban a su manera: jugueteaban, se olisqueaban y, los más bravos, protagonizaban alguna que otra refriega. Encapsulados en mochilas, los cuatro gatos presentes no querían saber nada de nadie. A la cita tampoco faltaron las aves rapaces de la Associació de Falconeria de les Illes Balears, algo incómodas por el viento matinal.
«Siempre hemos traído a nuestros perritos a las beneïdes. Este año ‘Fosca' ha venido sola, porque su mamá ya no puede caminar», explicaba algo apenado Vicente Martín. Y es que son muchos los que, en esta fiesta de amor por los animales, recuerdan a aquellos que ya no están entre nosotros. «He visto que los voluntarios de Peluditos paseaban a un perrito como mi ‘Blackie'; me dejó el año pasado. La próxima semana me pasaré por la perrera», contaba otro vecino de Palma, en referencia a un grupo de voluntarios de Son Reus que paseaba a algunos canes en adopción.
Cuando los animales comenzaban a aburrirse de esperar, arrancó la marcha. Sobre las 11.20 horas, con la Policía Montada y los Tamborers de la Sala al frente de la comparsa, y los xeremiers y la elegante Banda Municipal de Música de Palma, vestida toda de negro, aportando la nota musical, los presentes iniciaron un pasacalles hasta la puerta de la Capella de Sant Antoniet. Numerosos alumnos del Col·legi Santíssima Trinitat, que aguardaban en los arcos del Carrer del Palau Reial, fueron los primeros que bendijeron a los animales, con inocentes caricias y otras expresiones de ternura.
El animado pasacalles continuó por la Plaça de Cort, el Carrer de Colón, la Plaça Major y el Carrer de Sant Miquel; a lo largo del recorrido fueron sumándose personas, aumentando paulatinamente el número de participantes. Finalmente, alcanzaron la Capella de Sant Antoniet. Hisopo en mano y acompañado por el alcalde, Jaime Martínez, y otras autoridades políticas, el rector de la Parròquia de Santa Creu, Bernat Nadal, fue el encargado de bendecir a los animales, que cerraban sus ojitos al notar la bendita salpicadura. Y algún que otro animal de dos patas aprovechó la ocasión y también le pidió su bendición a Nadal. Nunca es un mal momento.