Alrededor de sesenta cofradías en las que participan unas 3.500 personas están en plena cuenta atrás para la celebración de las fiestas de Sant Sebastià. Y todo esto en tan solo cinco años y con el movimiento ciudadano como motor. Cabezudos que representan a vecinos insignes de la ciudad, chupinazos, mocadors, comidas de hermandad y este domingo, Sant Tianet, la procesión donde los niños portan a hombros la imagen de Sant Sebastià y llevan huevos a Santa Clara para invocar el buen tiempo para la noche de Revetla. Miles de palmesanos se lanzan a ritos ancestrales recobrados con un aire laico.
Mientras el Ajuntament de Palma acaba de presentar su programa de fiestas, en paralelo un grupo de ciudadanos espolea una celebración en torno a las cofradías lúdicas que se van desperdigando por la ciudad. «El objetivo ahora es llegar a la periferia. De hecho ya existe la Cofradía de los Perifèrics» señala Lluís Mas, portavoz de la Obreria de Sant Sebastià.
En esta jarana de cofradías con nombres pintorescos que se van expandiendo por la ciudad, la Obrería de Sant Sebastià se ha convertido en el brazo vertebrador (con permiso del patrón) para su coordinación. «Registradas hay más de 45 cofradías pero conocemos otros grupos que salen con el mocador. Fácil llegamos a las 60. Cada día salen más grupos que entran en el juego y nosotros estamos encantados», dice Mas.
La Obrería coordina a las cofradías, «somos el nexo de unión entre lo que hacemos y lo que nos concede el Ajuntament. Al margen del color político, Cort se porta muy bien pero también es verdad que cada año pedimos mejor». En la Revetla, mientras los palmesanos pasean de plaza en plaza para escuchar los diferentes conciertos oficiales, un grupo cada vez más numeroso de cofrades se apuntan al jolgorio extraoficial. El día de la Revetla se celebra el chupinazo de Can Vinagre, de la Confraria de Sant Sebastià, pero tambien hace el suyo propio la Confraria de la Gloriosa Figa.
Llegan después las comidas de hermandad, aunque los restaurantes ya están al tanto de la avalancha de cofrades «y los menús se encarecen hasta un 40 por ciento. Es la parte negativa del éxito». Y después, a las 17.30 horas, toca ir la plaza Llorenç Bisbal para que cada cofradía entregue su pañuelo a una reproducción del brazo de Sant Sebastià, protector de la ciudad ante la peste.
«En Cort nos ofrecen apoyo logístico y ayuda para la contratación de la banda de la verbena y un DJ», señala Mas, que advierte que la fiesta de las cofradías se expande desde la mañana hasta la madrugada. «Tenemos músculo e ideas. Queremos ofrecer una oferta paralela el año que viene para aquellas cofradías que no encuentran sitio o no pueden permitirse pagar un menú de 35 euros», señala Mas.
La Obreria de Sant Sebastià está formada por nueve personas, y aseguran que «este proyecto ha venido para quedarse, tenemos capacidad de crecimiento y mejora», y señalan que hay cofradías que van desde las cinco personas a las mas populosas, de casi 250 personas. «La culpa de todo la tiene Orgull Llonguet», recuerda Lluís Mas, «que son los que nos dijeron: si no tenéis fiesta, buscadla». Y al final la encontraron.