«La gente quiere prohibir la caza sin tener ni idea». José Antonio Bonet, presidente del Club de Caza y Tiro de Palma, defiende la actividad cinegética en el municipio de Palma, que ha vuelto este jueves después de ocho años de parón. La aprobación de esta medida propuesta por Vox en el pleno del Ajuntament de la semana pasada ya se ha hecho efectiva y entre 400 y 500 cazadores ya pueden utilizar sus escopetas en el municipio. A primera hora de la mañana ya estaban con los perros, que esperaban ansiosos dentro de las furgonetas, y las escopetas cargadas. Los primeros disparos se iniciaron con el amanecer y el olor a pólvora se elevaba en el aire. Los guardas del Consell de Mallorca ya habían hecho acto de presencia para solicitar la documentación a los cazadores dentro del municipio-
Bonet ha ido acompañado de Miquel Febrer, Gabriel Díaz y Vicente López y se han desplazado a primera hora de la mañana a s'Hostalots, una de las zonas de terreno libre donde a partir de ahora se pueve volver a cazar. Las primeras presas no se han hecho esperar y han aparecido un par de tordos, aunque se trate de una cantidad mínima respecto a otros años, cuando estas aves eran mucho más numerosas. «El cambio climático ha hecho que no migren hacia Mallorca y se han quedado en Alemania o Rusia a pasar el invierno porque allí no ha nevado», cuentan los cazadores.
Los cazadores advierten que «es una actividad segura. Nunca ha habido accidentes ni muertos por la caza. Siempre tiramos al aire». Además, señalan que la normativa les obliga a disparar a una distancia mínima de 100 metros de las viviendas más próximas y siempre de espaldas.
Tras ocho años sin caza en el municipio, señalan que «hay muchísima caza: faisanes, perdices, palomas... Hoy [por este jueves] no habrá tanta gente porque es un día laboral, pero el sábado se espera que haya muchísimos más cazadores». Las zonas por las que podrán cazar ahora son Na Burguesa, es Puntiró o Son Gual. «Se espera que también vengan cazadores que no se han adherido al mapa de zonas de caza como Manacor o Marratxí», afirma Bonet. Entre sus reivindicaciones está la ampliación de la temporada de caza del tordo, que ha retrasado su migración por las altas temperaturas, y que el Ajuntament de Palma cotrate un guarda para estas zonas.
Los cazadores advierten que pese a estos ocho años de veto a la escopeta, apenas hay conejos: «Se los han comido las serpientes, una especie invasora que llega a la Isla por el traslado de oliveras de otros países». También hay mapaches y koaties en Mallorca, afectando a la fauna local. «Al tratarse de especies invasoras, se nos está permitido cazarlas«, advierten.
Recogen cada uno de los cartuchos tirados para no dejar rastro de su paso y de sus bolsillos cuelgan las primeras aves que han cazado en Palma desde 2015, aunque «ha habido en estos años caza furtiva, gente que venía con perros de caza ibicencos, que son más silenciosos». Después de la jornada inaugural, se han ido a berenar: una tradición entre el gremio que hoy está de celebración.