Este lunes entró en vigor la prohibición de subir patinetes al interior de los buses de la EMT de Palma y la medida se ha llevado el aplauso generalizado de usuarios y chóferes. Con esta medida, el Ajuntament intenta poner fin a los problemas de convivencia que generaban por ocupar el espacio reservado a sillas de ruedas y carritos de bebé. Otro motivo para su veto es que se han producido varias explosiones de baterías de patinetes dentro del bus o el metro en Londres, Sevilla y también Palma.
«Antes subían siete u ocho de una vez y ocupaban bastante espacio. Hoy, solo uno ha intentado subir, pero ya no puede», contaba Sebastián Mateu, chófer de la línea 47, que se muestra bastante de acuerdo con esta iniciativa del Consistorio.
«Es lo mejor que han podido hacer». Mariano José Giménez no cabe en sí de gozo mientras esperaba el bus en Plaça d'Espanya ayer a media mañana en su silla de ruedas eléctrica. «La medida me parece muy bien. Cuando subías no había espacio y no quitaban los patinetes. No nos daban espacio aunque los conductores lo pidieran», contaba este sufrido usuario. En sus carnes ha vivido la falta de civismo de determinados viajeros que ocupaban el espacio destinado a los más vulnerables: «Muchas veces he ido a Son Llátzer y no me dejaban subir al bus porque cabíamos».
Con su carrito de bebé a cuestas, Melissa León es otra de las beneficiadas por esta medida que intenta poner orden a la ocupación dentro del autobús. «Cuando subía no nos dejaban espacio. La medida es estupenda».
La pugna por conseguir un hueco dentro del bus se ha terminado a golpe de prohibición, ya que los usuarios con patinete no hacían mucho caso a las recomendaciones de los conductores de la EMT. Aunque hay algún chófer que no estaba de acuerdo: «No me parece bien. Mis hijos van al instituto en patinete y no había problemas. Más molestan los viajeros con maletas de la L1.
Hasta los usuarios de patinetes se muestra de acuerdo con la prohibición. «Está bien, quitaban mucho espacio. Yo sí he usado el autobús para subir con el patinete y claro que hacía sitio si venía alguien que lo necesitaba. Pero no todo el mundo hacía lo mismo y he llegado a ver cuatro o cinco patinetes dentro del bus», contaba Juan Manuel Rosiello.
«Me parece estupendo», advirtió tajante Xisca Sintes, que sabe de las dificultades de las personas con discapacidad para utilizar el transporte público. «Era muy amiga de la cantante Silvia Luna, que falleció recientemente, y cuando tenía que ir al hospital ya ni intentaba subir al autobús, prefería el coche», explicó.