Moho, plagas de chinches, insalubridad, inseguridad y trato denigrante. No lo pueden decir más alto y claro. Un grupo de usuarias del Servicio de Acogida Municipal para Víctimas de Violencia de Género (SAMVVG), gestionado por una empresa privada, denuncian un rosario de irregularidades en este programa del Ajuntament de Palma. Todas ellas han coincidido en el mismo lugar: un hostal, subcontratado por el Consistorio, al que se deriva a las mujeres que tienen animales de compañía y no quieren separarse de ellos o cuando los centros y los pisos de acogida están completos.
Es el caso de Sonia (nombre ficticio), que recaló en este establecimiento hotelero de Palma hace año y medio con sus perros tras sufrir una agresión de su ahora expareja: «A veces pienso que me he despertado de un mal sueño para vivir en una pesadilla continua», lamenta esta mujer, que asegura que «por culpa del trato y condiciones recibidas dentro del servicio he desarrollado fibromialgia y encefalomielitis miálgica, que está afectando a mi movilidad».
En este sentido, apunta que el hostal en el que las han alojado no cumple ninguna condición de salubridad ni de seguridad: «Las habitaciones tienen moho, están sucias y los colchones están manchados. Por no hablar de las plagas de chinches que hemos tenido que soportar y que nos afectan a nosotras y a los niños. Y nadie hace nada. Este hostal no está preparado para albergar gente en unas condiciones óptimas», explica esta mujer.
Otra compañera de penurias recalca que el hostal en el que viven carece de personal especializado y seguridad para un servicio tan sensible como el de la acogida de víctimas de violencia machista: «En qué cabeza cabe que no haya seguridad nocturna. Puede presentarse cualquiera, entrar y hacer lo que quiera. Y que no digan que hay una puerta que se cierra, se puede romper de una patada», denuncia esta joven, que solo lleva unos meses en esa instalación provisional con su hija, pero no tiene dinero para buscar a otro alojamiento: «Llegamos aquí con nuestro perro y nuestro gato, ¿también tengo quitarle a mi hija a sus mascotas para poder vivir dignamente. Porque esa es la única opción que me han ofrecido», se pregunta.
Una tercera usuaria, ahora ingresada por una grave infección, critica que ha sufrido dos plagas de chinches en su habitación que le han causado un grave perjuicio, y que nadie ha hecho nada por solucionar el problema: «Usted sabe lo que es despertarse rodeada de bichos. Esa sensación de impotencia, de asco... parece que damos da igual a todo el mundo con la mochila que ya traes sobre las espaldas», denuncia esta joven, que recalca que ha sido ella la que se ha tenido que encargar de acabar con la plaga.
Todas coinciden en denunciar que no tiene sentido que las deriven a un hostal en el que tienen que convivir con usuarios de otros servicios, muchos con adicciones o trastornos graves: «Durante unos meses metieron aquí a una familia que habían desahuciado y que se dedicó a acaparar los espacios comunitarios para cocinar a domicilio. Y nadie hizo nada. Se produjeron peleas, situaciones de mucha tensión y los trabajadores del hostal no sabían qué hacer porque, simplemente, no están formados para lidiar con eso».
También conviven con turistas que llegan a este establecimiento o trabajadores que vienen a hacer la temporada: «Un usuaria del servicio se terminó enamorando de un temporero, un machista y un maltratador en potencia recalcan-. Se terminó enamorando y marchándose con él. Pero qué vas a hacer si dejas a un lobo en un establo con ovejas. Estamos totalmente abandonadas», lamentan.
Este diario ha contactado con Lourdes Roca, segunda teniente de alcalde de Servicios Sociales, Educación, Participación Ciudadana, Juventud, Interculturalidad e Igualdad, que ha señalado que se utiliza este hostal desde la crisis de la COVID, pero señala que el actual equipo de gobierno quiere ampliar la partida presupuestaria para contar con cuatro pisos más que puedan albergar a 18 mujeres víctimas de la violencia machista e ir vaciando este hostal.
Sobre las deficiencias de este centro provisional, Roca asegura que ha visitado estas semanas las instalaciones y que, aunque mejorable, no ha visto problemas de seguridad o de insalubridad. En este sentido, las mujeres afectadas aseguran que «ahora entienden por qué se han dedicado a pintar y limpiar estos días».