En la Playa de Palma se cantan a grito pelado las canciones típicas de Ballermann Olivia, un gran éxito del DJ Cashi cuyo videoclip se rodó en el Arenal, y Layla, de DJ Robin x Schürze, que grabaron un videoclip en una mansión en la Part Forana sobre la celebración de una multitudinaria fiesta en torno a la piscina hasta que aparecen dos policías que acaban marchándose para regocijo de los asistentes. Estos himnos encarnan el espíritu festivo teutón más salvaje. Una fiesta que parece que vuelve esta temporada alta con más ímpetu que nunca.
Vestidos con trajes de neón y latas de cerveza en las manos, los turistas alemanes atraviesan la abarrotada terminal del aeropuerto de Palma y se preparan para sus próximas vacaciones en Mallorca. El destino: el bastión alemán de Playa de Palma. Hace ya tres meses que empezó la temporada. Y muchos restauradores ya están llegando a su límite por este motivo. «Nunca ha sido tan malo como este año», dice Beatrice Ciccardini, propietaria y explotadora del restaurante Zur Krone, en la playa. Este año, la temporada turística empezó especialmente pronto y el destino turístico palmesano ya estaba repleto en marzo.
«Ya estamos alcanzando nuestros límites físicos y el verano ni siquiera ha empezado», advierte. Para muchos veraneantes, las borracheras están a la orden del día. «La bebida no tiene fin. Algunos siguen borrachos en la calle a las nueve de la mañana. Probablemente la gente tenga mucho que hacer después de haber pasado la pandemia», sospecha Beatrice Ciccardini.
Michael Bormann, propietario del restaurante Deutsches Eck, también tiene mucho trabajo: «Ya estamos agotados. El espíritu de fiesta es ya muy extremo este año. Después de la pandemia, está claro que hay que ponerse al día». Sin embargo, algunos veraneantes germanos se están portando mal sin medida en este negocio. «Somos un restaurante, no un pub. Parece que mucha gente no lo entiende», se lamenta Bormann. El público ha cambiado con respecto a temporadas anteriores.
«En junio solía haber muchas familias con niños o parejas en la playa. Este año predominan claramente los clubes de fútbol, equipos deportivos, así como los jóvenes con ganas de fiesta», recuerda el hostelero alemán.
Pero no todos los veraneantes hacen parada de repostaje en los restaurantes a causa de la inflación y su poder adquisitivo. En general, estos establecimientos de la Platja de Palma son menos frecuentados que el año pasado, explica el restaurador y promotor de la iniciativa de Calidad de Platja de Palma, Juan Miguel Ferrer. «Debido al aumento de los precios, los veraneantes se aprovisionan de comida en el supermercado o cenan en restaurantes de comida rápida», denuncia el empresario mallorquín.
Ferrer puso en marcha la iniciativa Palma Beach junto a otros empresarios en 2016. Su objetivo es renovar la imagen de la playa, pero esta modernización está resultando difícil. La calidad de los restaurantes, sobre todo en primera línea de mar, mejoró notablemente, pero la pasada primavera Palma Beach ya anunció que el problema con el turismo de borrachera en la zona era «peor que nunca». El turista etílico ha vuelto a hacerse fuerte en este destino turístico pese a los esfuerzos de renovación.