Los bonos comerciales del Govern han sido como caramelos a la puerta de un colegio. La mayoría de tiendas, al menos del centro de Palma se han quedado sin ellos en pocas horas. Han volado. Cada establecimiento contaba con 34 tickets de 15 euros y un único cliente podía acumular hasta cuatro de estos para una compra que superara 120 euros. Con esa distribución, han durado muy poco.
En el Mercado del Olivar, uno de los puestos acogidos a la medida era la carnicería Can Jaume. «Se han gastado en una hora», explica Jaume Aguiló. A partir de las nueve y media ya no quedaban y apenas las aprovecharon en este establecimiento catorce clientes.
Cerca de allí, en los Geranios, la bombonería Leónidas apura los últimos bonos. A hora y media de la apertura, la dependiente, Carlonia Marí, señala que le quedan ocho de los 34. «En una hora, a este ritmo no tendremos». Cuando llegó para abrir, ya había clientes esperando en la puerta para aprovechar los bonos. Buena parte de la escasez es consecuencia de que, en esta promoción se han inscrito más comercios, un millar que en otras ocasiones y el número de bonos para cada uno se ha reducido. «Las primeras veces que se hizo duraban unos cuantos días. Ahora la campaña es un éxito pero un desastre también porque no dura», añade. La crítica del escaso número de bonos es constante en los comercios. Se une que estas campañas son más conocidas y aprovechadas por los ciudadanos. De hecho, buena parte de los responsables de las tiendas esperan que empiece la semana que viene la de Palma Activa.
Lo único que retrasaba la desaparición de los bonos era el trámite para validarlos: copia del ticket, comprobación del DNI... «Lo han liado más», se quejaba Pere Arbona de La Veneciana. La mercería está de bote en bote: «Cada vez más gente conoce las campañas y vivene antes. Volarán en poco tiempo», dice. Una clienta asiente. No son las once de la mañana y ya avisa: «en algunas tiendas a las diez ya no les quedaban bonos». Claro que, en algunos locales, los últimos descuentos quedan apartados para clientes habituales, los que acuden cada día.
Juan Miguel Dols, en la zapatería Honky Tonk, sentencia que «todo ayuda»: «Ya he vendido algunos pares que un día normal a lo mejor no hubieran salido. Sin embargo han reducido el importe a la mitad esta vez. Yo es la segunda vez que me apunto y cada vez hay más comercios». Todo tiene sus pegas. Recuerda que los comercios luego tienen que declarar como subvención la diferencia del precio pagado con el bono. También se suma a las quejas por el cambio del sistema. La semana que viene, más bonos.