Está convencido de que habrá una tercera legislatura progresista en el Ajuntament de Palma. El socialista José Hila encara el inicio de la campaña electoral con la seguridad de que no compartirá la Alcaldía como sí hizo en la primera legislatura de este Pacte. Ahora cuenta la experiencia de haber pasado la gestión de la pandemia.
¿Cuándo anunciará su candidatura a la Alcaldía de Palma?
—Me toca formalizar el trámite del partido en noviembre pero ya he dicho hace tiempo que aspiro a ser candidato a la Alcaldía. En los partidos puede haber distintas opiniones, y es bueno, pero ya llevamos tiempo trabajando para que todos se sientan cómodos con el proyecto.
¿Habrá una tercera legislatura progresista?
—Puede y tendría que haberla. Estoy convencido de que será así.
¿Compartiría la Alcaldía si fuera necesario en la próxima legislatura?
—No. Una vez y ya está.
¿Habrá pinza PP-Vox?
—Eso lo ciudadanos lo decidirán. Creo en la democracia, el ciudadano compara y se da cuenta de que en esta crisis hemos estado a su lado, y recuerda que cuando gobernó el PP no estuvieron al lado de las personas ni de las empresas.
Estas fricciones entre los socios del Pacte de los últimos meses ¿son habituales?
—En periodo preelectoral son normales. Gobierne quien gobierne, cuando llegan las elecciones los socios intentan fortalecer su perfil propio. Los ciudadanos votan partidos, no coaliciones de gobierno.
Hubo tensión por los nómadas digitales o el patrocinio del Mallorca.
—Ya llevamos siete años juntos. En toda relación personal o de trabajo hay momentos en que todos opinamos igual y en otros no. Pero esos momentos se superan y se sigue adelante. La mayor prueba de fuego es haber superado la COVID.
El Pacte vivió un sobresalto importante con la Palma Pride Week y la ex regidora Sonia Vivas. ¿Estaba de acuerdo con este evento?
—Había que trabajar con el colectivo. Me supo mal que al final no hubiese diálogo con él pero se ha retomado. Me parece interesante que el Orgullo se pueda celebrar más de un día, pero tiene que hacerse de acuerdo con el colectivo.
En esos días tan convulsos, ¿se planteó gobernar en minoría?
—Cuando tomas una decisión de cesar o pedir la dimisión a una persona siempre asumes un riesgo. Pero no puedes dejar de tomar decisiones. Vivas y Rodrigo Romero tuvieron la dignidad de dejar el acta. Muchos políticos no hacen eso.
Neus Truyol tendrá que declarar por los vertidos en las playas.
—No entiendo la situación judicial a la que se ha llegado. Este tema no nació con Truyol. Si quien acaba sentado en un banquillo es la persona que trabajó, y está demostrado, para no ocultarlo y luego solucionarlo... A los pocos meses de entrar como alcalde me fui con Truyol al Ministerio de Medio Ambiente, en el que estaba el PP, para pedir que cumpliesen con el compromiso de hacer la depuradora de Palma y les entregamos ya el proyecto. Emaya trabajó mucho pero la depuradora la hace el Estado.
¿Hay temor entre los políticos a acabar en el banquillo?
—Todos por algún motivo, y ninguno por corrupción, hemos recibido querellas penales. Determinadas personas y colectivos, cuando no haces lo que ellos dicen, te presentan una querella penal. Porque saben que va a levantar movimiento mediático y les puede tocar la lotería de que en un juzgado se la acepten. Es triste que sea habitual.
¿Eso cohíbe a la hora de tomar ciertas decisiones?
—No, la prueba es que no tendríamos esas querellas penales presentadas, pero sí molesta. Cuando la querella queda en nada, la persona que la ha presentado no sufre ninguna consecuencia.
¿Se han modificado mucho los objetivos que se planteó al inicio de la legislatura por la pandemia?
—Hemos gestionado la pandemia y hemos cumplido el programa electoral. Se está haciendo muchísimo trabajo de mejora de servicios públicos, de inversiones... Y al mismo tiempo se gestionó una pandemia.
Pero habrá proyectos inacabados.
—En el caso de Gesa, es una negociación que va avanzando con las empresas y estamos al final del proceso. Por la pandemia sí que hay proyectos que han tardado más en ejecutarse, como las Casas de Son Ametller: los materiales han tardado más en llegar y hay dificultades para encontrar personal.
¿Los electores tendrán en cuenta la plantación masiva de árboles?
—Con la próxima siembra habré cumplido el compromiso de plantar 10.000 árboles en Palma. No es un tema de conseguir votos, sino de si es necesario para la ciudad.
¿Palma está saturada de turistas?
—Ha habido momentos en que determinadas zonas han tenido esa sensación y hay que gestionarlo. Pero no olvidemos el pleno empleo. Durante la COVID mucha gente lo pasó mal. Hay que buscar equilibrios. Somos la única ciudad que ha puesto techo a toda su oferta turística. Regulamos el alquiler vacacional y lo prohibimos en pisos. Eso fue decrecer. También se modificó el Plan General para que no se pudieran construir más hoteles. Ahora hay una moratoria de dos años para construir nuevos hoteles. Y se pactó con los hoteleros, que están de acuerdo en que hemos tocado techo. Esta legislatura se ha puesto tope a los cruceros. Hay que seguir avanzando por un turismo de calidad, que no quiere decir de ricos, sino respetuoso con el destino. No es turismo de calidad el de borrachera, sino el familiar.
Promoción turística, ¿sí o no?
—En la Fundación Turismo 365 nunca se ha promocionado Palma en temporada alta salvo en los años de pandemia. Ya hay suficientes turistas en verano. El objetivo es alargar la temporada para el empleo. Entiendo las quejas pero es de lo que vivimos.
Hay hartazgo por el ocio nocturno, por ejemplo en Santa Catalina.
—La calle Fàbrica la hizo un gobierno socialista pero la organizó el PP, que presumía de dar licencias de terrazas. Y se pasaron. En el Plan General en ninguna zona de la ciudad se podrán dar nuevas terrazas en un radio de 50 metros a partir de las que ya hay. Eso evitará la concentración. En el caso de Santa Catalina, el Ajuntament ha actuado y el problema ha disminuido con más presencia policial y control. Pero las personas tienen que tener un comportamiento cívico en su ocio. Y en Santa Catalina el tardeo es de residentes.
¿Y las quejas por la suciedad?
— Si el barrendero pasa cada día por una calle para limpiarla, no va a pasar dos veces. Emaya tiene que limpiar cada vez más, pero tenemos que ensuciar menos. Sino, habrá que gastar muchísimo dinero para compensar el incivismo.
También se aplicaría a los grafitis.
—En el espacio público hemos eliminado miles. Cada año estamos eliminando unos 3.000. Y en el espacio privado, los que nos autorizan. No queremos que haya ninguno, salvo el arte urbano.
¿Palma es una ciudad insegura?
—Hay quejas por inseguridad pero no excesivas. Palma es una ciudad segura y los datos lo demuestran. Hay más policías en la calle.
Este verano ha habido muchas quejas por los taxis.
—Hemos tenido un problema este verano de falta de taxis. No estoy a favor de que entren Uber o Cabify. Hemos hablado con el sector para introducir la licencia temporal de verano y para 2024 llegarán seguro.
¿Hubo poca participación ciudadana en el proyecto de Nuredduna?
—Llevamos hablando del eje cívico desde la pasada legislatura. Siempre habrá personas y colectivos en contra de las peatonalizaciones.
¿Se aprobará el Plan General esta legislatura?
—Espero que sí. Dependerá de los informes de los técnicos porque se van a aceptar muchas de las alegaciones ciudadanas, eso obliga a que la aprobación definitiva tarde unos meses más.
¿Qué hacemos con el problema de la vivienda?
—La solución definitiva es que la vivienda se convierta en el quinto pilar del bienestar. Ahora solo tenemos viviendas privadas y eso supone dinero y leyes innovadoras. Solucionaremos el problema a largo plazo: el Ajuntament da solares al Ibavi gratuitamente para que construya, en el nuevo Plan General el 53 por ciento de viviendas deben ser más asequibles. En otros gobiernos se vendieron solares públicos para construir hoteles.