Los residentes del Passeig Mallorca viven en un enclave privilegiado y, sin embargo, también están sufriendo el insomnio en las noches de verano. Las terrazas en horario nocturno a rebosar se unen a la retirada de la basura de los contenedores por parte de Emaya. Y para más inri, los autobuses de la línea que lleva al aeropuerto paran ante sus casas y mantienen los motores en marcha durante la madrugada.
No hay tregua ni sueño en el Passeig Mallorca. Así lo confirma la presidenta de la Associació de Veïns Sant Jaume, Toya de la Vega: «Los vecinos del Passeig Mallorca, desde el portal número 12 al 36, sufrimos graves molestias por la parada 0 de la línea 1 de la EMT que va al aeropuerto».
A la espera
De la Vega denuncia que los autobuses se quedan esperando con los motores encendidos para mantener el aire acondicionado mientras hacen tiempo para iniciar de nuevo su ruta y así cuadrar los horarios si van con cierto adelanto. El problema, incide, «son los horarios. Los autobuses terminan delante de nuestras casas a la una de la mañana y empiezan el servicio a las cuatro y media de la madrugada». En este punto en concreto se halla la parada de la línea 1 (Portopí-Sindicat), A1 (Aeropuerto-Palma Centre) y 4 (Plaça Progrés-Pont d'Inca).
«Los chóferes mantienen los motores en marcha más de tres minutos, el tiempo permitido por la normativa», se queja la presidenta de la asociación de vecinos. Por si esto no fuera suficiente, «a veces hay atascos de autobuses y se quedan dos o tres parados delante de nuestras casas, paralizando el tráfico y provocando ruido y contaminación».
De la Vega se lamenta que esta zona en concreto, además de ser el punto de confluencia de paradas de autobús, acoge una hilera de contenedores que, a la hora de su vaciado, impide el descanso a los vecinos por el ruido. «Tenemos agrupados cuatro contenedores: de basura, vidrio cartón y plásticos. Cada uno de vacía a una hora diferente del día», explica.
Concentración
Tampoco ayuda nada al descanso de los residentes la acumulación de restaurantes y bares en los bajos. Las galerías del Passeig Mallorca se han convertido en el refugio de concurridas terrazas, que también se muestran muy animadas durante el invierno. En este caso, a diferencia de Santa Catalina, cuenta con la mayor parte de la clientela local. La representante de los residentes explica que «independientemente del continuo flujo de población flotante que tenemos en la zona, tenemos debajo de nuestras casas 25 restaurantes y bares, todos agrupados, que en los últimos años han proliferado en el Passeig Mallorca». Las terrazas, dice, exceden la ocupación debida y tienen problemas para circular en una acera atestada de mesas y clientes. De la Vega propone al Ajuntament, a quien ya ha hecho llegar muchas quejas, la redistribución de las paradas de autobús y los contenedores. «Los vecinos nos estamos volviendo locos y hay personas mayores enfermas que están muriendo», advierte.