Tengo que admitir que los concejales de la mayoría del Ajuntament de Palma están a un nivel estratosférico. Que yo no los entienda probablemente confirma que no son de este mundo.
Ya nadie sabe de dónde viene el lío, pero estén seguros de que sólo dicen la verdad cuando se acusan de cualquier cosa.
Este capítulo de la saga empieza con el montaje de una semana gay, lesbiana y trans que debe de tener algún problema porque, a falta de monjas y beatas indignadas, los propios gays y lesbianas la cuestionan, y eso que son ben amics. Para Unidas Podemos estos gays deben de ser ben amics de los sauditas porque a sus amics de aquí los ponen de vuelta y media. Yo, como de estas sutilezas no entiendo, me limito a leer que por lo visto en Palma hay un tipo de homosexualidad inimaginable en la Part Forana y que bien amerita excursiones de los vecinos rústicos para ver de cerca al personal. Supongo que emplearán el autobús turístico, que les da perspectiva. Cosas así no se le ocurrirían ni a la derecha.
Entonces aparece Neus Truyol, otra progre pero más catalanista que liberadora sexual, y dice que no asistiría a nada. Que se iba a perder la juerga. Aunque otra noticia dice que de juerga nada, que iba a ser una reivindicación. O sea el poder político, financiado con el dinero de todos, reivindica. ¿Querían llegar al poder para pedirle al poder que los reconozca? El mundo del revés.
Para hacerse una idea de cómo es la líder de Més, baste decir que su partido lleva como apellido ‘Estimam Palma'. Que un partido se autodenomine Estimam Palma habla de quienes lo dirigen, y no dice maravillas precisamente. Tal vez tengan una sección juvenil que se llama encara més que tú, demostrándonos unas sensibilidades que en tiempos pasados se disimulaban por el bien de todos.
Inmediatamente que se supo que Truyol tenía la agenda ocupada –ya era noticia que tuviera agenda–, los concejales organizadores del festival gay, que son de Unidas Podemos, le declaran la guerra a Truyol –¿guerra entre pacifistas, animalistas y antifas, mientras los de Vox se pasean muertos de risa por el Ajuntament?–, y dicen que Truyol es una imputada con la que no deberían haber aceptado compartir el Ajuntament pero que lo hicieron por el bien de la sociedad mallorquina. Les faltaba abrir una cuenta para recaudar fondos para compensar el sufrimiento que han pasado de sentarse con Truyol en el mismo salón, que debe ser aún peor que estar cerca de los de Vox. Y soltaron de todo sobre el Plan General y la incompetencia de los compañeros. Lo repito por si no se han dado cuenta: tres años después de haber formado el grupo de gobierno municipal, tras tres años cobrando las nóminas, descubren que Unidas Podemos, o sea ellos mismos, no debieron de haber aceptado sentarse con Truyol, porque les huele a corrupción y ellos son puros, pero por una vez pusieron por delante el bien de la gente, nunca sus nóminas, nunca sus cargos, nunca su poder, nunca salir en los telediarios, y aceptaron pulpo como animal de compañía.
Los que de verdad son Unidas Podemos, que quieren seguir con Estimam Palma, se sorprendieron por su propia crítica a Estimam Palma. O sea, se sorprendieron de ellos mismos y emiten un comunicado contra sus propios compañeros, a los que dicen que no pudieron localizar. Debe ser que viven debajo de un puente, o que no tienen teléfono, o que son nómadas. Y los descalifican. O sea que se descalifican entre ellos y públicamente. ¡Y la caverna derechista presenciando esto sin pagar entrada! El último capítulo es la expulsión de Sonia, que es una tragedia para la ciudad porque era la mejor representante de la nada, y la cancelación de la semana gay, con lo que no habrá reivindicación ante el poder. Habrá que seguir sometidos un año más, pues.
La oposición está teniendo una respuesta perfecta: el silencio. Callan porque no saben qué decir, aunque si aplaudieran esta función el manicomio se uniría en su contra porque lo único que les une es el rival. Ese silencio permite que la pandilla se desinhiba y muestre cuán unidas están, cuánto estiman Palma y hasta dónde podrán llegar. Y nos queda un año. O cinco, porque una vez que se ha comprobado que el Ajuntament no sirve para nada, yo prefiero que al menos nos entretenga.