La escasez de vivienda asequible y las duras condiciones para alquilar una están empujando a palmesanos a vivir en locales comerciales, autocaravanas y furgonetas, por no hablar de compartir pisos con una familia en cada habitación. A la vez, y pese a estar prohibido, la oferta de pisos turísticos en plurifamiliares se ha multiplicado para este verano en la ciudad.
Un rápido vistazo a los portales inmobiliarios arroja un panorama desolador. El piso más barato de Palma tiene 25 metros cuadrados y cuesta 540 euros al mes. Para poder acceder a una vivienda de dos o tres habitaciones ya hay que desembolsar un mínimo de 800 euros y adelantar tres meses de fianza, además de contar con contrato de trabajo.
La gran bolsa de ciudadanos que no pueden acceder a esta oferta busca alternativas, aunque el panorama irá a peor a medida que avance la temporada y empiecen a aterrizar los temporeros turísticos. «La vivienda asequible es escasa y sube el nivel inmobiliario, pero no lo hacen los sueldos ni las condiciones laborales», dice Josep María Rigo, director general de Habitatge de Cort. Sin embargo, advierte que no llegamos al nivel de Ibiza.
«Estamos ante situaciones de infravivienda y tememos que no se cumplen condiciones como la firma de un contrato legal. Estos casos están bastante invisibilizados. Hemos detectado anuncios de viviendas que en realidad no lo son», añade Rigo.
Uno de los casos más clamorosos es el de un edificio de Cala Major cuyos bajos, todo locales comerciales y sin cédula de habitabilidad, se alquilaban como viviendas a un precio de 600 euros.
Rigo explica que vivir en un local invisibiliza a los inquilinos de cara a asuntos sociales: «No cuentan con condiciones de habitabilidad, como mucho los locales cuentan con un aseo, pero no hay habitaciones separadas ni ventilación o carecen de luz. Son soluciones desesperadas por la falta de alquiler asequible».
Sin opción
A la Platafoma de Afectados por la Hipoteca (PAH) llegan continuamente casos de personas que viven en locales porque no tienen otra opción. Es el caso de Carlos, que pide permanecer en el anonimato, ya que pronto será desahuciado del local en el que vive por impago.
«Recibo una pensión de incapacidad absoluta y permanente de 700 euros y estoy pagando 580 euros de alquiler por un local de 30 metros cuadrados. La vivienda es inaccesible para la mayor parte de los palmesanos», se lamenta. Antes ya vivió otro desahucio de otro local y advierte que «los propietarios se han vuelto locos por ganar dinero mientras suben los desahucios como la espuma». Confiesa que jamás se había imaginado vivir en semejantes condiciones. «Tengo amigos que están separados y viven en una autocaravana y en furgonetas. La gente vive donde puede» y pide solo vivir «con dignidad».