Las características supermanzanas que marcan los barrios de Barcelona y que la han convertido en la vanguardia urbanística del mundo llegarán a Palma en las próximas dos décadas. Así lo desgrana el nuevo Plan General, que propone revolucionar el trazado de la ciudad en zonas muy concretas: como son los núcleos tradicionales, como el barrio dels Hostalets, La Soledat sur, Son Sardina, Establiments o Son Sardina, así como en el entorno de los centros escolares, recuperando la relación pacífica entre la plaza de los Patines y el colegio Aina Moll, los institutos con el nuevo bosque urbano del canódromo, o la supermanzana de la antigua cárcel con el colegio de Cas Capiscol, entre otros. El PMUS, o Plan de Movilidad Urbana Sostenible, será el instrumento de implantación de las supermanzanas o zonas de bajas emisiones, tal y como recoge la Ley de Cambio Climático estatal.
También conocidas como superilles, las supermanzanas suponen la pacificación del tráfico de una agrupación de manzanas en cuyo interior se restringe el tráfico y se amplía el espacio peatonal. Ya existen los precedentes de Barcelona y Vitoria y la experiencia ahora se expande a Palma. En definitiva, supone integrar la escala humana que por ejemplo presentan los pueblos al interior de la ciudad. «En el Plan General se hace un planteamiento de las supermanzanas desde una visión amplia», explica Biel Horrach, director general de Urbanisme del Ajuntament de Palma, que añade que «las sumermanzanas son esas células de la ciudad, unidades de convivencia que se irán comunicando con los ejes cívicos».
El Plan General, que propone un planteamiento de ciudad para los próximos veinte años, plantea en este caso supermanzanas especializadas, algunas presentando como característica principal el centro docente como punto de referencia, en otros será la necesaria puesta en valor de los entornos patrimoniales, comerciales o de barrio. En el caso de los núcleos tradicionales, Horrach advierte que «esta primera hipótesis de supermanzanas pretende poner en valor las características patrimoniales de estos núcleos. La superficie de éstos es incluso superior al centro histórico de Palma», advierte Horrach, que considera que «es un patrimonio urbano olvidado durante muchos años».
La otra parte de superislas prioritarias la conforman los entornos de conjuntos escolares, «especialmente aquellos que carecen de patios adecuados por su tamaño. De esta forma se conforman zonas de bajas emisiones que está comprobado por la OMS favorecen el aprendizaje de los niños». Un ejemplo es la eliminación de la vía repleta de coches que separa el parque del canódromo y el resto de la Falca Verde de los institutos Ramon Llull y Joan Alcover. «Se permite así recorridos seguros que incentivan al profesorado a acercar los espacios de docencia a la naturaleza», señala Horrach.
El plan replantea el modelo de ciudad educadora para integrar la perspectiva de infancia y juventud, en la línea de la ciudad de Francesco Tonucci, un respetado psicopedagogo italiano que ha escrito sobre el papel de los niños en el ecosistema urbano. El objetivo es generar espacios seguros para la infancia y los educadores, «donde los niños puedan aprender en la ciudad». Horrach explica que «el centro histórico y su entorno es donde se han concentrado los espacios de referencia, en contraposición con los centros comerciales. El espacio de encuentro es el Casc Antic o el centro comercial». Con las supermanzanas, «los espacios de referencia se expandirían a los barrios para que la ciudadanía pueda recuperar la autoestima de las barriadas». La idea es conformar una ciudad policéntrica.
Y sería en estas supermanzanas donde los vecinos podrían llevar su vida con autonomía, sin necesidad de trasladarse hasta el centro. Zonas verdes, comercios, centros escolares y otros servicios se concentrarían en estas aldeas urbanas que además dan protagonismo al peatón sobre el omnipresente coche. El potencial de desarrollo del conjunto de supermanzanas que prevé el nuevo Plan General representa un total de casi 1.000 hectáreas o diez millones de metros cuadrados de espacio público recuperado para el ciudadano. «El Plan General pone en evidencia un cambio de mentalidad, tras décadas de invertir especialmente en el casco histórico», explica el director general de Urbanisme. En cuanto a los tiempos en los que debe aplicarse la expansión de las supermanzanas en Palma no están definidos. «Se irá consensuando con la ciudadanía. Se celebrarán procesos participativos para saber cómo quieren los vecinos que sea el espacio ganado al coche», dice Horrach.
Punto de vista
La coordinación entre Model de Ciutat y Mobilitat, vital para su éxito
Este planteamiento de superislas va muy enlazado con la movilidad sostenible y, por tanto, se coordina con el Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) que está en redacción ahora mismo y que tiene una vigencia de cinco años. «La movilidad es muy dinámica y hay que ir actualizando el PMUS», explica el director general de Urbanisme. El regidor de Mobilitat, Francesc Dalmau, señala que «las supermanzanas son cada vez más comunes y no podemos estar ajenos a ellas. Este proyecto es una oportunidad y sería bueno empezar con una experiencia piloto».