«Sentimos muchísimo las molestias ocasionadas a los vecinos». Así se expresa Sergi Vilafranca, propietario del hotel Perú, aún conmocionado por el incendio que se desató el pasado sábado por la noche en la tercera planta, provocado por unos okupas que habían entrado en el edificio, cerrado a cal y canto desde hace años. Aún así, queda un rayo de esperanza: «El hotel no lo vamos a abandonar, se tiene que restaurar y recuperar como establecimiento emblemático», dice sobre este inmueble que se inauguró en 1928.
Vilafranca señala que «el edificio ha sufrido el ir y venir de toxicómanos. Hace un mes pude echar a gente sin que hubiera follón, pero los mismos que salieron volvieron a entrar y quitaron los tablones» que les impedían el paso. «Los okupas decían que de ahí no se movían y cuando llamé a la policía me dijeron que necesitaba una orden judicial», se lamenta. Tras interponer una denuncia, esperaba a que el juzgado se pronunciara. Preocupado, el pasado jueves visitó el edificio «y me encontré que había gente muy drogada durmiendo en las habitaciones, con velas encendidas, y cerca de cuarenta jeringuillas tiradas por el suelo».
El empresario temía que tarde o temprano hubiera un incendio. Y así ocurrió el pasado sábado, solo dos días después de su inspección. «En la tercera planta había muchas camas y sofás, era mucho combustible. Aún así, el incendio parecía más de lo que ha sido en realidad», señala. El también propietario de la empresa Llar Ciutat advierte que no quiere abandonar el edificio y confiesa que «llevamos cinco años intentando arreglar la situación urbanística del edificio».
Desde el área de Model de Ciutat señalan que «se le ha denegado la licencia de hotel porque no cumple con los requisitos. Entre otras cosas, porque debería ser un edificio catalogado y de momento no lo es. Podría ser que se incluyera en el nuevo Plan General, pero en cualquier caso no tendría licencia hasta que [el Plan] estuviese aprobado definitivamente, que será en 2023». El responsable del edificio insiste en que es una pequeña joya en el centro de la ciudad y confía en que se solucione su situación administrativa.
Vestigios
Desde su inauguración como pensión Perú, el inmueble ha corrido diversa suerte. En sus inicios fue parada y fonda de los primeros turistas y algún que otro personaje ilustre. Aún quedan bastantes vestigios de su época inicial, desde la vajilla a las llaves originales, pasando por tickets de lavandería para lavar camisas y calzoncillos. Tras el fallecimiento de sus primeros propietarios, el hotel Perú pasó por una época difícil. En los años 80, tal y como ocurría en el resto de la zona, el edificio se okupó y la prostitución y las drogas inundaron sus habitaciones, así como las calles aledañas. Ahora, el objetivo es devolverle su esplendor original.