Vecinos de las plazas del Banc de s'Oli y de la Mercè (en el centro de Palma) ya están cansados del ruido que padecen. Por este motivo, algunos residentes han empezado a colgar carteles en los balcones bajo el lema ‘Silenci, respecte, civisme'. El hartazgo es tal que algunos incluso señalan que «preferíamos la situación de antes, cuando había prostíbulos y coches».
Las terrazas de los bares de debajo de sus casas han agotado la paciencia de los residentes, que cuentan que viven todo el año con las ventanas cerradas y que el ruido se les cuela en todos los rincones de su casa.
«En solo una plaza tenemos seis bares y restaurantes», cuentan unos vecinos de la plaza del Banc de s'Oli que prefiere mantenerse en el anonimato y que añora los tiempos en los que había coches aparcados y locales de alterne. «Se están recuperando licencias de hace 30 años para abrir nuevos establecimientos. Con los bares y restaurantes de toda la vida, estamos bien si se respetan las normas, pero hay algún establecimiento nuevo que no cumple los horarios y está abierto hasta las dos de la mañana. Los clientes hacen corrillo hasta las tres y media», contaron los residentes.
Protesta
Los vecinos de esta plaza advirtieron además que los clientes salen de los locales y se sientan en los parterres para seguir consumiendo, pero «llamamos a la Policía Local y no nos hacen caso». También vaticinaron que «en la plaza Quadrado pasará lo mismo. Aquí hay muy mal ambiente y no podemos dormir. Es un anfiteatro con una acústica perfecta».
En la misma asociación de vecinos protestan residentes de la plaza de la Mercè. «Tenemos el típico problema de ruido desde las ocho de la mañana hasta las once de la noche», cuenta un portavoz. Para mostrar su descontento, una docena de vecinos ha colgado banderolas en sus balcones pidiendo silencio.
«En esta plaza tenemos gente que teletrabaja desde casa y no puede hacerlo con tranquilidad porque hay gente en las terrazas sin parar. A partir de las seis de la tarde es cuando se toman las cañas y sube el volumen».
Estos residentes se han dirigido a la Federació d'Associacions de Veïns de Palma para pedir ayuda, hartos del exceso de decibelios. «Tras el desconfinamiento se expandieron las mesas por la plaza y ahora no han vuelto a su sitio. Es verdad que hacen cosas inofensivas como celebrar cumpleaños, pero ya solo con la gente cantando el ruido te entra en casa y te impide descansar».
Aunque hay locales que son cafeterías con horario diurno, los vecinos se quejan de los establecimientos «que no respetan los horarios y ponen música altísima y además, sin permiso». La convivencia en el centro se ha vuelto más difícil.