Este jueves se vivió la cuenta atrás de las terrazas colocadas en los aparcamientos. Algunos restauradores se mostraban preocupados, resignados y alguno, bastante enfadado. Las patronales de restauración ya decían que debían volver a la normalidad, mientras se mitiga el enfado de aquellos negocios que no fueron agraciados con una terraza y han visto como sus vecinos facturaban gracias al espacio ganado al coche.
Se acaba hoy una medida impulsada por el Ajuntament en mayo de 2020 para dar aire a la restauración, asfixiada por el cierre de interiores por la pandemia. Más de 2.000 plazas de aparcamiento se devuelven al coche y los clientes vuelven a los interiores, al 75 por ciento de aforo.
Confusión
En Santina, en el barrio de Santa Catalina, contaban con dos terrazas al ser un local esquinero y mostraban cierta confusión con los plazos. «Empezaremos a quitar la terraza a partir del domingo, tenemos cuatro días para retirarla y Emaya no vendrá a quitar los trastos de las tarimas hasta el martes», contó Vincent Solleveld, propietario de este local que cuenta con 40 clientes en el aparcamiento. Su capacidad interior es muy inferior. «Tendré que despedir a cinco empleados», sentenció, mientras pidió seguir ocupando párkings «pagando».
De la misma opinión es Marcelo Tucci, propietario de Pleno, en Avinguda Argentina. «Abrimos en julio de 2020 y tengo 15 clientes en la terraza. Voy a perder ingresos, invertí casi 4.000 euros en la instalación». Denuncia el agravio comparativo del Passeig Marítim, bajo la responsabilidad de la Autoritat Portuària, que sí podrán seguir en los aparcamientos.
Facturación
El restaurante La Goleta prefirió ayer adelantarse y por la mañana ya estaba retirando los palés. «Solo era un 10 por ciento de la caja, tenemos un local muy grande. Pero en nuestro otro restaurante, La Consentida, teníamos 60 clientes en aparcamientos y lo notaremos más», dijo Leonil Calero, propietario de los restaurantes en los que ha invertido 2.500 euros por cada terraza.
Xisco Ramis, propietario de la hamburguesería Buco, esperará a hoy a primera hora de la mañana para desmontar la plataforma en la que ha podido contar con 35 clientes más. «Ahora dentro puedo tener 31 personas. Despediré a tres personas, pero ya sabíamos que era temporal». Ramis no está de acuerdo con la retirada de las terrazas: «podríamos quedarnos pagando. La terraza me salvó y cada fin de semana me permite facturar 1.000 euros diarios».
Pero no todos están a favor de seguir ocupando párkings. La presidenta de la Asociación de Restauradores de Santa Catalina, Victoria González, está a favor de que acabe ya esta medida de gracia. Regenta el pub Up & Down y es de los que no ha podido disfrutar de terraza por tener delante un carga y descarga: «Hay que volver ya a la normalidad».
Por su parte, Javier Escoriza abrió tres meses antes de la pandemia Olula (antes Barbara's Bakery) pero no pudo disfrutar de una terraza por falta de espacio. «Ahora vemos un poco la luz. La propiedad del local nos ha ayudado y hemos hecho eventos y venta a domicilio y para llevar», afirmó Escoriza. «Aquí ha habido dos categorías en la hostelería. No pude acceder a las ayudas por retrasarme dos días en el pago de la Seguridad Social y los que han tenido terraza sí han obtenido ayudas», dijo.
El vaticinio de un entrevistado parece un nubarrón en el panorama: «Habrá locales que mueran cuando les quiten la terraza».
Las terrazas también protagonizaron el pleno del Ajuntament a raíz de la aprobación definitiva de la exención de la tasa de terrazas hasta final de año. La oposición criticó que se tenga que pagar esta tasa íntegra porque considera que no se habría recuperado la normalidad, algo que rechazó el concejal de Participació Ciutadana i Govern Interior, Alberto Jarabo. Éste consideró que «la exención ha sido de gran generosidad y muy agradecida. Si se recupera la normalidad por completo, la tasa se pagará integra a partir del 1 de enero, pero como no sabemos qué pasará quedamos a la espera de todos los escenarios posibles».