La biblioteca de Cort ha cumplido 86 años de vida y revisa todos sus secretos. Nació antes de la II República y hoy mismo está en televisión y en las redes sociales, en el anuncio de Doritos. «Buscaban una biblioteca de estilo londinense y se quedaron con la nuestra», cuentaLluïsa Calafat, bibliotecaria de Cort. La imagen de la sala alojada en la planta baja del edificio del Ajuntament está dando la vuelta al mundo, aunque también ha alojado programas como Página 2.
El 19 de septiembre de 1935 se inauguró esta sala, la primera biblioteca municipal de Palma, en un municipio que cuenta ya con 22. La última que se sumará a esta red será la de Pere Garau, que se inaugurará en breve. El bibliotecario Toni Rubio se está encargando de informatizar los archivos de esta nueva biblioteca de barrio.
Rubio señaló que «aún se usa el visor de microfichas y se consulta mucho la prensa antigua, especialmente Ultima Hora».
Calafat y Rubio cuentan que por las mañanas «hay peleas por los periódicos de papel a bastonazos. O se llevan dos ejemplares y los esconden, se chivan de que el otro se ha llevado el crucigrama...». Los usuarios son fieles y a veces preguntan por cosas como «el préstamo de una aspiradora».
La mezcla de diferentes épocas es una constante en esta biblioteca que justo antes de albergar libros era el parque de bomberos. De hecho, el arco por el que salía el camión está tapiado por unas estanterías.
Una copia de un cuadro de Ramon Llull se sitúa frente al libro más antiguo de la biblioteca: una edición original de Blanquerna, editado en el siglo XVI. Más real que los techos, cuyo artesonado está hecho de yeso e imita la madera a la perfección.
Cuentan los bibliotecarios, la mayoría interinos que están preparando a toda prisa unas oposiciones que aún no saben cuándo se convocarán, que están hartos del cliché de la bibliotecaria estilo ‘señorita Rottenmeier'.
En este espacio reina el silencio, salvo cuando en la Sala de Plenos, justo arriba, los concejales patean el suelo a modo de protesta. Un pasillo oculto lleva desde la bilioteca hasta la puerta de los despachos de los concejales. Hasta ahora mismo, un secreto en petit comité.