Este sábado se celebran las elecciones para nombrar al nuevo presidente de la Federacio d'Associacions de Veïns de Palma. Joan Forteza, antiguo empleado de banca, abandona el cargo después de ocho años, puesto al que se han presentado seis candidatos. A las once de la mañana los representantes de las 50 entidades vecinales que pertenecen a la Federació se reunirán en s'Escorxador para elegir al nuevo presidente y al resto de miembros de la junta directiva.
¿Por qué no se vuelve a presentar a la reelección?
—Por coherencia. Se acaba mi segundo mandato y he estado ocho años al frente. He sido la cara visible de la Federació, he exigido a los partidos políticos y a los gobiernos y creo que con dos legislaturas es suficiente. Entiendo que solo con una legislatura es difícil cerrar los proyectos debido a la lentitud de la administración pública. Pero la misma vara de medir que aplicamos a los políticos me la tengo que aplicar a mí y por eso acabo mi mandato.
¿Cómo han sido estos ocho años de trabajo?
—Modestamente, he trabajado muchísimo y ahora la Federació d'Associacions de Veïns tiene la consideración social que tiene. Contamos con cincuenta asociaciones de vecinos esparcidas por toda la ciudad, tanto en el centro como en el extrarradio y los pueblos. Administrar las asociaciones y conseguir una voz unísona es complicado. Los intereses no son los mismos en todos los sitios. El trabajo ha sido ingente.
¿Qué espera de la nueva directiva que asumirá hoy el cargo?
—Ha llegado el momento de abrir las puertas a nuevas formas de trabajar, de nuevos proyectos, de otra forma de entender las cosas. Hasta aquí he llegado y ha estado muy bien. Creo que dejo la Federació en una situación mucho mejor que la que encontré gracias al trabajo en equipo y a las cincuenta asociaciones. Ahora les toca coger el rumbo a otros marineros y otro capitán.
¿Qué perfil tienen los candidatos a ocupar su puesto?
—Los candidatos tienen una media de entre cuarenta y cincuenta años. Apenas hay jóvenes en las asociaciones de vecinos. La sociedad se ha individualizado y los jóvenes trabajan o se divierten para alimentar su ego. Eso hace que sean antisociales y no se comprometan. Solo se mueven si les tocan lo suyo. Me imagino que se debe a la globalización, que ha puesto el acento en políticas neoliberales. Las personas necesitan mucho reconocimiento, mucha medalla, y ascender y apartar a cualquiera. Eso hace que en muchas organizaciones, sobre todo las que trabajan con voluntariado, haya bajado enormemente la presencia de gente joven y más comprometida.
¿No tendrá algo que ver tambén la precariedad o las ocupaciones familiares?
—También hay bajos salarios y jornadas sin horarios fijos. La gente trabaja tres o cinco horas al día en turnos rotatorios y esas situaciones inestables hacen que no tengas tiempo para pensar en asociaciones de vecinos. Eso hace que sean menos altruistas que generaciones anteriores, que han disfrutado de mayor estabilidad y con ciertos ingresos fijos.
¿Será difícil rejuvenecer las asociaciones de vecinos?
—Con una tasa del paro del 40 por ciento, viviremos consecuencias sociales importantes. Este tejido que tanto aportaba será difícil de mantener.