Mujeres que tienen que rechazar trabajos porque apenas tienen líneas y frecuencias de autobús, farolas que no se encienden de noche en el párking que la Fundació Pilar i Joan Miró, rincones oscuros, cuestas que hacen imposible a los ancianos subir la compra... Cala Major se ha sometido al análisis de un grupo de mujeres de colectivos vulnerables que aplican el urbanismo en clave femenina. Y lo hacen de la mano de Arquitectives, en colaboración con el Consell de Mallorca, que desarrolla este mes el programa La ciutat amb ulls de dona: cartografies emocionals de Palma, para repasar los problemas urbanísticos de género de Cala Major o Casc Antic.
«El urbanismo de género tiene como objetivo conseguir ciudades inclusivas en el sentido más amplio. A lo largo de la historia de las ciudades se han diseñado para un ciudadano tipo que responde al perfil de hombre, de mediana edad, sano a nivel físico y mental, con derecho a voto, coche propio y trabajo», cuenta Cristina Llorente, de Arquitectives.
Adaptación
Llorente advierte que, por tanto, el diseño urbanístico se ha hecho «para el ciudadano más fuerte y capaz. Dejamos de lado entonces colectivos como niños, con diversidad funcional, mayores y mujeres». Para detectar estas carencias, en las sesiones las participantes exponen su problemas con el entorno urbano y también se realizan itinerarios por los diferentes barrios para detectar situaciones conflictivas a nivel urbano.
El barrio de Cala Major es un buen ejemplo de un entorno urbano que no es el más cómodo para las mujeres. «Nos hemos encontrado con un déficit enorme de espacio público. Se trata de un barrio que ha cambiado su uso de manera rápida y mal hecho: ha modificado el uso de la edificación turística a habitacional y no se han adaptado servicios ni espacios públicos», cuenta Llorente.
A eso se suma el alto porcentaje de población migrante, que «carece de espacios de relación». De esta manera, las mujeres y sus hijos se quedan en casa y les resulta más difícil la integración en el barrio y en su tierra de acogida.
A estos problemas de espacio de relación se suman además las dificultades en la accesibilidad: desniveles, escaleras o recorrer de una punta a otra el barrio «es una odisea». Las participantes de esta iniciativa relatan que «es más fácil coger un bus e ir al centro que comprar en el único supermercado de Cala Major». Las carencias del transporte público «les obliga a rechazar trabajos porque no pueden llegar con facilidad a sus puestos».
Estos problemas sociales y económicos «podrían solucionarse de manera muy fácil. Me parece imposible que estas propuestas no se puedan llevar a cabo», cuenta Llorente.
Arquitectives presentará las conclusiones de este proyecto a los representantes políticos el próximo 27 de mayo a las 18.00 horas en Can Balaguer.