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El canódromo de Palma, de carreras de galgos a bosque urbano

Imagen actaul del canódromo de Palma. | Jaume Morey

| Palma |

Se le conocía como el hipódromo de los pobres. Si un caballo era para gente adinerada, los galgos eran más asequibles tanto para su crianza como para las apuestas. El historiador Manuel García Gargallo bucea en la historia de este enclave en su libro El canòdrom balear (Edicions Documenta Balear), donde repasa su azarosa vida a lo largo de 89 años.

Este lugar emblemático fue uno de los principales focos de la afición por los galgos del país, después languideció hasta 1999 y ahora, un proyecto que aspira a convertirlo en bosque urbano recordando su origen.

Hasta los 80, el canódromo reunió a los aficionados a los galgos. Imágenes del fotógrafo Torrelló que se incluyen en el libro de Manuel García.

Ampliación

García, que ya había escrito sobre el velódromo, en el solar contiguo, se muestra partidario de «conjugar la huella del pasado (ya sea industrial, deportiva o de obra pública) con los usos actuales». Lo dice mientras señala el anillo que aún se distingue en el pavimento del antiguo canódromo.

«Se conserva el dibujo de la pista y la entrada de los arcos. Aquí hay solo medio bosque urbano, la otra mitad se expandirá por el velódromo», dice García, mientras advierte que el canódromo de Palma «es el más antiguo de España», inaugurado en 1932 por Miquel Rosselló, que importó este deporte desde Gran Bretaña. Si en la década de los 70 y los 80 las carreras de galgos vivieron un gran esplendor en España, después se apagó rápidamente. El de Palma fue el penúltimo canódromo en cerrar sus puertas.

Cree que «los palmesanos están ávidos de zonas verdes», hartos de «parques duros como los de ses Estacions o sa Riera, cubiertos de pavimento, sin árboles ni sombras». Se muestra muy a favor de esta nueva vida arbolada para el canódromo, cuyas obras se iniciaron «hace tres años. Lleva retraso pero será uno de los parques insignia de Palma».

Como historiador, no puede dejar de admirar los restos de la Font de sa Vila que afloraron en las obras del parque: «son 100 metros magníficos del siglo X, de la Palma musulmana». García tiene previsto presentar el libro a mediados de mayo. «Estaría bien que coincidiera con la inauguración del bosque urbano», deja caer.

El historiador Manuel García ya escribió
sobre el velódromo Tirador, en el solar
contiguo al canódromo.

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