Ni la Guerra Civil ni la Guerra de la Independencia consiguieron suspender la celebración de la Festa de l'Estendard en Palma, pero el coronavirus sí lo ha hecho. El pasado día 31 Palma no pudo conmemorar la conquista de la ciudad por parte del Rei Jaume I en 1229 después de siglos de dominación árabe. Su celebración se remonta al siglo XIII, por lo que está considerada como una de las fiestas civiles más antiguas de Europa.
Según el cronista de la ciudad, Bartomeu Bestard, tan solo hay constancia de que esta celebración se suspendió entre 1931 y 1934, durante la Segunda República, «al estar considerada una fiesta muy conservadora», y anteriormente durante el Trienio Liberal (de 1820 a 1823).
Pero el Gobierno municipal decidió en 2020 suspender los actos por la pandemia, aunque engalanó el bancón de Cort con todos los símbolos imprescindibles de la fiesta a fin de permitir a los ciudadanos interesados poder verlos, entre las 9 y las 13 horas.
Así, se cubrió con el damasco rojo todo el balcón, de donde colgaban tres banderolas con el escudo de la ciudad. Se pusieron también, como en los últimos años, los escudos de los magnates que acompañaron al Rei en Jaume en la conquista de Mallorca (Comte d'Empúries, Nuño Sanç, el rey de Aragón, el vizconde de Bearn y el bisbe de Barcelona), además de los de otros participantes. El cuadro del Rei en Jaume se exhibió, como es habitual ese día, en este caso con una corona de laurel a sus pie.
Pero la principal novedad fue la exposición en el balcón del Estendard real de la conquista de Mallorca -que no pudo ser colocado en la Plaça de Cort- y de la cimera del Rei Martí. Ambos son réplicas. La cimera original está en la Real Armería de Madrid.
Por último, unos gegants más recientes (Tòfol y Francinaina se ausentaron esta vez por el delicado estado de ella) custodiaron una de las dos entradas del edificio, y dos xeremiers, la otra.
El único acto que se mantuvo para la conmemoración del día fue la Eucaristía en la Seu, celebrada por el obispo, Sebastià Taltavull, quien en su sermón de la conquista recordó los estragos que está causando la pandemia del coronavirus, ante lo que instó a la caridad de los cristianos, «a ser solidarios con quien lo necesita» y a cumplir con las medidas para evitar contagios.
«La precaridad económica y sanitaria –dijo el prelado– nos ha de forzar a pensar en lo esencial y dejar de lado lo que es secundario o prescindible» y deseó que si bien este tiempo nos hace más pobres «quizá también más austeros, empáticos y auténticos».
Pocos políticos
La eucaristía contó con el ball de l'Oferta a cargo de los cavallets y cossiers de la Escola de Música i Danses de Mallorca.
La Catedral apenas acogió a un centenar de fieles, aunque el aforo permitido era de 400 personas. No asistió ningún representante del equipo de Gobierno del Ajuntament. De hecho, fueron muy pocos los políticos presentes, como la ex alcaldesa de Palma Catalina Cirer, el regidor del PP en Palma Julio Martínez o el diputado de Ciudadanos Juan Manuel Gómez.
Colcada
La representación de La Colcada del poema escrito por Pere Alcàntara en 1861 y que describe cómo se celebraba esta fiesta en el siglo XIX, no tuvo lugar tampoco en la Plaça de Cort. En esta ocasión pudo seguirse por internet gracias a la emisión de una grabación de la interpretación a cargo, un año más, de Miquela Lladó y los niños y niñas de la Escola de Música i Danses de Mallorca, todos ellos desde sus respectivas casas, a iniciativa de la propia escuela y de la OCB.