Los residentes se han «reapropiado» durante la pandemia de un centro histórico de Palma orientado al turismo internacional, según el Estudio sobre la actividad económica y social en el centro histórico de Palma en tiempos de COVID-19 realizado Palma XXI con la Fundación Iniciativas del Mediterráneo.
El análisis, centrado en el desconfinamiento, cuando la ciudad todavía no había empezado a recibir turistas, revela «un fenómeno de reapropiación del espacio público», tanto en el uso y la estancia en plazas y calles, como en el consumo en comercios y locales de restauración.
Según la entidad, el hecho de que los comercios tradicionales hayan sido «significativamente sustituidos» por comercios dedicados a la actividad turística en los últimos años, dificulta la reactivación de la economía local. Según el estudio, el 51 % de los comercios del eje analizado permanecían cerrados durante junio.
Los vecinos entrevistados destacan la falta de tiendas que satisfagan sus necesidades, la dedicación de los comercios al turista y la subida de precios en tiendas y comercios de restauración. Citan como ejemplo la falta de oferta de productos locales de alimentación, disponibles casi exclusivamente en tiendas de souvenirs y en formatos aptos para transportar en el equipaje de mano.
Los comerciantes entrevistados coinciden en que el descenso de las ventas se ha producido incluso en comercios orientados a cliente local, como farmacias o mercerías, pero que, al estar ubicados en un eje de interés turístico, cuentan entre sus clientes mayoritarios también con los turistas.
La finalización del estado de alarma y el inicio de la llamada «nueva normalidad» ha supuesto un cambio en el uso del espacio público por parte del peatón: En relación con 2018, el tráfico de peatones se ha visto reducido un 35 % en la plaza de la Puerta Pintada; un 60 % en la plaza Mayor; y un 90 % en la zona de la Catedral.
Si en el sondeo realizado por Palma XXI en el verano de 2018, los residentes y trabajadores destacaban que se veían obligados a desviar su ruta cotidiana aunque ello supusiera un trayecto más largo, y que los grandes grupos dificultaban la movilidad; estos días en cambio se ha producido un reapropiación del espacio público por parte de los vecinos, con presencia de familias, niños jugando en la calle y personas mayores.
Estos cambios también afectaron el nivel de ruido en las calles, con un aumento de la sensación de tranquilidad por parte de los residentes.
Sin haberse ralentizado durante el período de confinamiento, el mercado inmobiliario en Palma no ha experimentado grandes cambios.
El secretario de Palma XXI, Jaume Garau, que ha coordinado el estudio, ha explicado que los datos demuestran que «la baja actividad económica y social durante este periodo viene provocada por la fuerte dependencia del turismo en el tejido económico, lo que a su vez dificulta la reactivación, al tratarse de un tipo de comercio y de productos dirigidos al consumo del turista».
Garau ha planteado la necesidad de «un cambio de modelo económico, sobre todo en el centro histórico, con el fin de conseguir una ciudad para vivir y para trabajar».
La asociación Palma XXI propone la puesta en marcha de un plan de vivienda dirigido a residentes en el centro histórico y que se impulse la diversificación del comercio, haciéndolo más atractivo y accesible para los vecinos y resto de residentes en la isla, con medidas como facilitar el uso de los aparcamientos municipales alrededor del centro de Ciutat.
Piden además actividades culturales para dinamizar la vida social y cultural de la ciudad.