Los tres desastres patrimoniales del año en Palma son la retirada de los bordillos de piedra en numerosas calles del Eixample palmesano, la degradación de la muralla, con arbustos brotando entre sus muros, y el vandalismo en Son Macià Negre, una possessió que está siendo destrozada poco a poco.
Son las tres ataques al patrimonio de la ciudad que han merecido la distinción a los Premis Destrucció del Patrimoni, que cada año reconoce la asociación conservacionista ARCA. Los tres se han ganado esta distinción por igual, pero los asociados de ARCA tienen la posibilidad de votar si una de estas acciones merece un reconocimiento extra. Se sabrá en la cena anual que la formación celebra el próximo día 25.
Los tres de este año
ARCA, la Associació per a la Rehabilitació del Casc Antic, envió un comunicado en el que informa de los galardones de este año. En el caso de la retirada de los bordillos, ARCA denuncia que el Ajuntament de Palma, con excusas «insostenibles», está eliminando piedras que conviven con los ciudadanos desde hace más de cien años. Lamenta, además, que no haya podido hablar con los responsables municipales pese a haberlo intentado en diversas ocasiones. «Resulta ridículo excusarse en que la piedra del borde de la acera puede patinar y al mismo tiempo decir que se reservará para el casco histórico», señalan.
El segundo atentado patrimonial afecta a uno de los elementos más valiosos de Palma: la muralla. Responsabilizan al Consell y al Ajuntament de «dejación de responsabilidades». El problema está relacionado con la proliferación de plantas que brotan de los muros, algo que provoca grietas de enorme peligro. En estos momentos hay ficus y otras plantas con troncos y raíces de un diámetro considerable que están provocando destrozos. Otra agresión diferente es la que provocan las pintadas, «que se mantienen con la excusa de que, como están catalogadas, no se puede actuar de manera inmediata».
Son Macià Negre
Por último, el tercer atentado patrimonial del año es el estado de conservación de Son Macià Negre y responsabiliza de ellos a los ayuntamientos de Palma y Marratxí. Las casas han sufrido actos vandálicos y han sido objeto de expolio tanto en el interior como en el exterior.
«Pintadas, ocupaciones ilegales y una propiedad que mira para otro lado», señala la entidad conservacionista palmesana. Recuerdan que hace un año y medio ya pidieron que se adoptaran medidas para preservar las casas y añaden que esta possessió está catalogada con el nivel máximo de protección. «¿De qué sirve proteger si luego no se actúa en consecuencia?», se pregunta la entidad en un comunicado.