La retirada de los bordillos en algunas zonas de Palma ha generado una cierta controversia. Ante la información de que el Ajuntament de Palma cambia los tradicionales bordillos de piedra por otros de hormigón, el colectivo palmesano Orgull Llonguet mostró una cierta sorpresa y estupor, posiblemente por el valor patrimonial que representan estos elementos urbanos y cotidianos, que ahora quedará relegados en algún almacén municipal. Por eso interpelaron a la concejala de Infraestructuras de Cort, Angélica Pastor, quien se reafirmó en su posición y añadió que los bordillos de piedra «son un peligro».
Según la edil, el hecho de que la piedra lleve tanto tiempo en las aceras de Ciutat ha provocado que se pula y constituya un peligro de caída que se puede evitar cambiándola por otros elementos, en este caso de hormigón, que además son más resistentes. Según precisa Pastor, los bordillos actuales «incumplen el índice de resbaladicidad establecido en el código técnico», aunque ello no implica que desaparezcan completamente de las calles de Palma.
En este sentido la socialista aseguró que los tradicionales bordillos de piedra se quedan en el centro histórico, y salió al paso de las críticas que apuntaban a que señalar a los técnicos para justificar una decisión política en una estrategia fácil y manida en la vida pública a todos los niveles.
«Los técnicos de la casa tienen mi total respeto, son unos magníficos profesionales. Trabajo con ellos codo con codo cada día, y para eso están para determinar criterios técnicos y mejoras para la ciudadanía», ha defendido Pastor en su cuenta de Twitter.