No hubo paz para nadie. Los bandos de Canamunt (de rojo) y Canavall (de amarillo), en su eterna disputa por el control de Palma, no fueron capaces de darse tregua ni para conmemorar el 400 aniversario del asesinato del juez Jaume Joan de Berga i de Sales.
Miles de personas disfrutaron de la quinta edición de la gran batalla de agua entre los dos bandos nobiliarios: el Parc de la Mar se tiñó de rojo y amarillo en una fiesta que cada año cuenta con más seguidores.
Antes de la batalla, a las 16.00 horas cada uno de los escuadrones se reunió en una plaza con tal de prepararse para la guerra. En la Plaça de Drassanes, los de Canavall cargaban sus armas en la fuente de la plaza y enloquecían con la llegada de Na Cati de Plaça. Algo similar sucedía en la Plaça de Sant Jeroni, donde los de Canamunt se dejaban guiar por sus líderes, los Germans de Sastre.
En su sonora y vistosa expedición hacia el campo de batalla, animada por la batucada Deixonats, ambos bandos recibieron de su propia medicina gracias a los vecinos, que no dudaron en lanzar cubos y globos de agua desde los balcones, mientras cientos de turistas grababan la escena con sus teléfonos móviles, propagando la batalla a miles de pantallas de todo el mundo. Pese a que la munición siempre es la misma, con el paso de los años el ingenio de los bandoleros ha generado un nuevo armamento de los más original: los arcabuces y mosquetes de antaño han sido reemplazados por pistolas de agua de doble cañón; otras, con depósitos de agua a la espalda, decenas de escopetas de Fortnite, y hasta un cañón de agua con aire comprimido.
A las 17.00 horas lo bandos llegaron al Parc de la Mar y, pocos minutos después, apareció en el estrado el juez Berga: «Hola a todos y bienvenidos a mi aniversario. Nos hemos reunido hoy aquí sin armas ni guerras. ¿Me habéis traído regalos?», preguntó el juez a la muchedumbre. Lo único que recibió fue un sonoro «¡No!» como respuesta, a lo que contestó: «¿Qué hacéis con todas estas armas? Hemos de acabar con esta guerra, y si esto no se puede, ¡qué comience la batalla!».
Frenético enfrentamiento
Acto seguido, mientras la banda Xaranga Final Feliç tocaba Fiesta Pagana y los globos de agua volaban entre las palmeras, los combatientes empezaron con la húmeda y frenética batalla, donde unos atacaban de frente y otros por la espalda, donde los kamikazes se metían en territorio enemigo sin temor y con frecuencia se observaba fuego amigo. Los primeros desertores se apiñaban en la barra del bar, la ‘zona seca', y después de hidratarse volvían al húmedo combate. A partir de las 18.30 horas se acabaron los 22.000 litros de munición y paulatinamente dejaron de pelear. Así llegó la paz. Hasta el año que viene, claro está.