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Homenaje en Madrid al mallorquín Diego Salvà, asesinado por ETA en Palmanova

Su padre, Antonio Salvà, ha recogido el reconocimiento en el II Congreso Internacional por las víctimas del terrorismo

Antonio Salvà y Esther García, familiares de los guardias civiles asesinados, han recogido la placa en su memoria

| Madrid | |

El mallorquín Diego Salvà tenía 27 años cuando el último atentado mortal de ETA acabó con su vida. Junto a él, su compañero, Carlos Sáenz de Tejada, también guardia civil del cuartel de Palmanova, era asesinado por la misma explosión planeada por los integrantes de la banda terrorista, ya extinguida. Esos dos asesinatos fueron los últimos antes de su desaparición. Quince años después de su muerte y de la conmoción que dejó en Baleares, Diego continúa sumando homenajes en su memoria.

En el marco del II Congreso Internacional de Víctimas del Terrorismo, enmarcado este año bajo el lema «comprometidos con la memoria», se ha organizado un nuevo homenaje mediante la Fundación Universitaria San Pablo CEU y la Consejería de Presidencia, Justicia y Administración Local de la Comunidad de Madrid. Han recogido las placas en nombre de los asesinados, Esther Mª García, madre de Carlos Sáenz de Tejada y Antonio Salvà, padre de Diego. Lo han hecho de manos del consejero y de la directora del Observatorio CEU de Víctimas del Terrorismo, María San Gil. En el evento también han participado, entre otros, Ingrid Betancourt, José Antonio Ortega Lara, Ana Iribar, Jorge Múgica y miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y de la sociedad civil.

En su inauguración, el presidente del CEU, Alfonso Bullón de Mendoza, ha agradecido a las víctimas su testimonio de vida, dignidad y abnegación y ha recordado que la sociedad debe pedirles perdón «por los tiempos del olvido en los que fueron preteridos por actitudes de indulgencia contra el terrorismo». Bullón de Mendoza ha explicado que «solo si entendemos rectamente lo que debe ser la misión de la universidad y la catolicidad de esta institución, comprenderemos el sentido más pleno y profundo del compromiso decidido en favor de quienes han sufrido los efectos de la violencia y la sinrazón del terrorismo». En este sentido, ha apuntado que, «por su propia vocación, la universidad se consagra a la investigación, a la enseñanza y a la formación de los estudiantes, pero una universidad católica aporta como signo distintivo de su identidad el gozo de buscar la verdad. Esta es nuestra forma de servir a la dignidad del hombre y a la promoción y defensa del bien común. Desde esta institución seguiremos estando al lado de todas las víctimas del terrorismo».

En su intervención, el consejero de Presidencia, Justicia y Administración Local de la Comunidad de Madrid, Miguel Ángel García Martín, ha señalado que «no vamos a permitir que se engañe a las nuevas generaciones con el peligroso mensaje de que los terroristas eran héroes y sus delitos el medio necesario para lograr sus objetivos políticos lícitos». Asimismo, ha añadido que «desde la Comunidad de Madrid, seguiremos impulsando actividades y programas de sensibilización para que perviva la verdad del terrorismo y la memoria de sus víctimas».

Ingrid Betancourt: «El drama de las víctimas es también el de la lápida del silencio»

La encargada de impartir la conferencia inaugural en la Universidad CEU San Pablo ha sido Ingrid Betancourt, víctima del terrorismo de las FARC de Colombia. En su discurso, la excongresista y exsenadora ha recordado cómo vivió su secuestro en el año 2002, cuando era candidata a la presidencia de su país.

En línea con el lema de este Congreso: ‘Comprometidos con la memoria', Betancourt ha explicado la necesidad de esta para «transmitir imágenes, emociones y reflexiones que nos permitan blindarnos contra la locura de nuestros tiempos». La exsenadora ha recordado que «no podremos poner fin al terrorismo si la sociedad y las víctimas, los gobiernos y los pueblos, no lloramos todos juntos, si no podemos sentir lo mismo frente a la crueldad humana; tenemos que oírnos y hablarnos, entendiendo que todos somos potencialmente víctimas de terrorismo». En este sentido, ha continuado, «el sufrimiento de las víctimas del terrorismo no puede quedar en el desgarrador silencio de los muertos, sino que debe servir para sacarnos de nuestra zona de confort. El drama de las víctimas es también el de la lápida del silencio, con la cual quieren pretender que, una vez regresados a la cotidianeidad, podemos seguir como si nada hubiera pasado».

La política colombiana ha advertido del peligro de los regímenes totalitarios, que «han llegado al poder y lo han hecho operando siempre de la misma forma: usando las elecciones, cometiendo fraude cuando es necesario y manteniendo una fachada de legalidad y de democracia para tomar el poder y enquistarse en él para secuestrar, no solo personas, sino también pueblos».

«Nos han vendido un relativismo peligroso con un poder comunicacional que ha hecho escuela, en el cual lo verdadero y lo falso se confunde, el sentido de las palabras se invierte, y lo malo tiene el mismo valor que lo bueno. Los terroristas gozan de gran impunidad, sin embargo, todas las víctimas hemos sido escudriñadas como si tuviéramos que probar la veracidad de lo que relatamos. El terrorismo nos lleva a un paroxismo del horror, sin poder comunicar nuestras experiencias, nos hacen pensar que las víctimas valen menos que los delincuentes, que las líneas de la moral y la ética se pueden mover en función de unos y otros», ha manifestado.

Para concluir, Betancourt ha apelado a enfrentar este terrorismo con la verdad, la justicia y la democracia: «Solo con valentía podremos ganar la guerra del pensamiento y de la cultura, conscientes de lo que está en juego, lo que nos permite amar y elevarnos hasta nuestra verdadera dignidad como seres humanos: la defensa de la libertad física y espiritual; esa misma que el terrorismo quiere arrebatarnos a todos».

Ortega Lara: "Les perdoné pero no olvido"

Uno de los momentos más emotivos del Congreso ha sido la mesa redonda moderada por el periodista José Antonio Zarzalejos, en la que José Antonio Ortega Lara, secuestrado por la organización terrorista ETA entre 1996 y 1997 ha compartido escenario con Manuel Sánchez Corbí, jefe de Operaciones Antiterroristas de la Guardia Civil (1997) y coordinador de su operativo de rescate.

Ante un Aula Magna llena de universitarios Ortega Lara ha señalado que «me da mucha pena que hayamos llegado a la situación actual por las cesiones de los diferentes gobiernos». Ha recordado su secuestro citando tres pilares imprescindibles durante el mismo: «mi familia, con la que hablaba en alto; la fe, las personas que tienen fe se enfrentan mejor a los problemas de la vida. Y el método, pues a pesar de tener el cuerpo dolorido y el alma en una nube, me aseaba, limpiaba el habitáculo, rezaba, leía, hacía estiramientos…».

Ortega Lara ha señalado que «les perdoné, pero no olvido. Les perdoné no porque se lo merecieran, sino porque era un mecanismo de liberación. El rencor acaba afectando a quien está a tu lado. Perdonar es una obligación como cristiano y, gracias a ello, la vida ha sido un poco más fácil». Además, ha recordado que «guardo un enorme respeto y cariño a la Guardia Civil, que lograron ganar la batalla militar a ETA, la guerra logística. Algo que los poderes judiciales y políticos no han conseguido».

Dirigiéndose a los jóvenes presentes les ha dicho: «Cuando seáis adultos y veáis lo que habéis construido, os daréis cuenta de que nadie os lo podrá arrebatar. Pensaréis: he intentado hacer lo correcto para mí, para los míos, para mi país». Por su parte, Sánchez Corbí, ha señalado que «el caso de Ortega Lara es una metáfora de cómo ha sido la lucha contra ETA, del terrorismo que España ha sufrido durante años».

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