La Generalitat catalana impulsará una desalinizadora flotante en el Puerto de Barcelona que estará activa en octubre, además de 12 móviles en la costa gerundense -parte de ellas ya activas en verano-, unas medidas que aportarán suficientes recursos hídricos como para descartar en un futuro los barcos de agua.
Así lo ha explicado este jueves el conseller de Acción Climática de la Generalitat, David Mascort, y la portavoz del Govern, Patrícia Plaja, después de la reunión de la Comisión Interdepartamental de Sequía del ejecutivo catalán, que ha analizado las medidas a adoptar frente a la situación de escasez de agua en Cataluña.
La desalinizadora flotante, que construirá la empresa Abengoa, estará instalada encima de una barcaza amarrada en el puerto de Barcelona y producirá 14,4 hectómetros cúbicos (hm3) al año, que es el equivalente al 6 % del consumo anual del área metropolitana de Barcelona. Mascort ha explicado que la desalinizadora aportará unos 40.000 metros cúbicos diarios, frente a los 25.000 metros cúbicos que podía cargar cada barco, que no habrían viajado cada día. En cuanto al coste, la nueva desalinizadora producirá agua potable a un coste de unos 6 euros el metro cúbico, un coste más elevado que las dos desalinizadoras convencionales ya en marcha en Cataluña en El Prat de Llobregat y Blanes (1 euro el metro cúbico), pero más barato que el coste en barcos (10 euros el metro cúbico).
Así, «renunciamos a los barcos de forma consciente, porque la desalinizadora es más económica y más sostenible» ha asegurado el conseller. A la pregunta de por qué no se había puesto sobre la mesa este proyecto antes, Mascort ha asegurado que llevan meses trabajando de forma discreta en el proyecto, pero que ha sido ahora cuando han llegado al acuerdo con la compañía.
El conseller ha indicado que la nueva instalación entrará en funcionamiento en octubre y ha sido adquirida por la Generalitat para un periodo de cinco años, tras el cual se podría vender si ya no resultara necesaria. Fuentes de Aigües Ter Llobregat (ATLL) han indicado que el coste global de la nueva instalación flotante, para una explotación de cinco años, es de unos 100 millones de euros.
El mes de octubre es cuando el Govern preveía que el sistema Ter Llobregat, que abastece a más de 200 municipios del área metropolitana de Barcelona y parte de Girona, podía entrar en la segunda fase de la emergencia, si no llovía. Con la aportación de la nueva desalinizadora del puerto, Mascort ha alejado el escenario de la emergencia II, que supondría incrementar restricciones, aunque no se ha atrevido a descartarlo del todo en el futuro: «La idea es que con la desalinizadora flotante y el descenso del consumo que estamos teniendo tengamos la posibilidad de no tener que entrar en emergencia II o, al menos, no entrar hasta más tarde», ha afirmado.
En este sentido, el conseller ha recordado que en el próximo lustro, hasta 2030, están planificadas las infraestructuras necesarias para que el área metropolitana de Barcelona sea prácticamente autosuficiente con la regeneración y la desalinización (actualmente supone el 50 % del consumo), sin necesidad de depender del agua de la lluvia, es decir, la de los pantanos de las cuencas internas, que hoy en día están al 18 % de su capacidad.
Estas actuaciones consisten en el incremento progresivo de las plantas de regeneración de agua y la construcción de dos nuevas desalinizadoras: Tordera II, en Blanes (Girona), y la del Foix, entre Cubelles (Barcelona) y Cunit (Tarragona). Por otro lado, las 12 desalinizadoras móviles que impulsará la Generalitat en Girona, junto con el Consorcio Aguas Costa Brava Girona, se repartirán en la zona norte del litoral que dependen del pantano Darnius Boadella, que es la única unidad de las cuencas internas que ya está en fase II de emergencia.
Mascort ha detallado que tendrán un coste de 10 millones de euros y se instalarán cuatro en el municipio de Roses, cuatro dentro de la planta de potabilización ETAP Empuriabrava, y cuatro más en la playa de Empuriabrava, una parte de las cuales ya estarán activas en julio. En total, aportarán 1.000 metros cúbicos al día, lo que supone el 35 % del consumo de la zona, con lo que aliviarán la situación de sequía pero no permitirán salir de la fase de emergencia II. Estas instalaciones se compatibilizarán con las desalinizadoras móviles que salgan de iniciativas privadas, pero de momento la Agencia Catalana del Agua (ACA) solo ha recibido una única solicitud, la de los hoteleros de Lloret de Mar (Girona).